PSICOTENDENCIA: LA EPIDEMIA NARCISISTA

Revista Noticias, Publicación semanal de Editorial Perfil
Año XXII Nº 1694
Es el mal del siglo y, según los expertos, los famosos son responsables de propagarlo. Tipos de ególatras y test para medir la autoestima.
Informes: Daniela Kozak y Marcelo Marthe (Veja)
Asesoramiento: Lic. Iris Pugliese

El amor a mí misma siempre es más fuerte que el amor a los demás”. Muy pocos se animan a confesar lo que Moria Casán, desde los inicios de su carrera, repite una y otra vez, con variedad de sinónimos y neologismos de su propia invención. “Me priorizo”, “me teflonizo”, “soy un ícono”, “se cuelgan de mis lolas”, un universo lingüístico donde “yo” es el término más frecuente. Forma y contenido del mismo objeto, el propio ego, convertido en “medida de todas las cosas”. Con viveza criolla, Moria exhibe su inmodestia antes de que la señalen los demás. Ella es “la narcisista” por excelencia y, sentada en el trono de su vanidad, implícitamente, nos recuerda que no es la única que lo ocupa. Es la única que lo dice.
Una cuota de narcisismo es inherente a todos los seres humanos. Sin ella, sería imposible apostar por uno mismo para conseguir cualquier tipo de logro, desde un título universitario, hasta un gol dentro de una cancha de fútbol. Pero el condimento se vuelve indispensable a medida que se asciende la escalera de la fama, la notoriedad o el reconocimiento público.
Dos libros recién lanzados en los Estados Unidos se dedican a analizar la cultura del autoenamoramiento, en la que las celebrities son protagonistas. En “The Narcissism Epidemic” (“La epidemia del narcisismo”) los psicólogos Jean M. Twenge y W. Keith Campbell sostienen que una compulsión ególatra abarca a toda la sociedad. Y los famosos son los principales portadores del virus. Otro libro, “The Mirror Effect” (“El efecto del espejo”) es producto de una empresa curiosa. El psicólogo Drew Pinsky sometió a 200 famosos a una encuesta psicológica. Concluyó que ellos son un 17 por ciento más narcisistas que la media de los americanos. (NOTICIAS sometió al mismo test a algunas personalidades destacadas en el ámbito local, con resultados diversos, tal como puede comprobarse en la página 64).

Etimología

La noción psicológica de “narcisismo” surgió en el siglo XIX, inspirada en la mitología griega. En la versión de la historia narrada por el poeta latino Ovidio, Narciso es un joven bello condenado a mirar su reflejo en las aguas de un lago para siempre. En la teoría psicoanalítica desarrollada por Freud, el narcisismo caracteriza una etapa primitiva del desarrollo del niño: el período en que descubre su propio cuerpo. Con este término, este modelo teórico se refiere también a ciertos rasgos que todo ser humano presenta, en mayor o menor medida, en la vida adulta. Más recientemente, la psicología americana alejada de la teoría psicoanalítica, definió al narcisismo por la conjugación de siete características, que pueden desarrollarse con especial énfasis en distintas personalidades. Estas son: autoritarismo, desapego, vanidad, exhibicionismo, soberbia, autosuficiencia y ostentación de privilegios. Cada una de ellas sirve también para describir a distintos tipos de narcisistas.
Pero estos rasgos no siempre se presentan de forma negativa. Artistas, políticos, deportistas y modelos son genéticamente narcisistas. La tesis que sostiene Pinsky es que esta personalidad no es un subproducto de la fama sino más bien, la fuerza primaria que lleva a una persona a ansiar el reconocimiento público. “Las celebridades no se vuelven narcisistas. Los narcisistas se vuelven celebridades”, explica.
Pero, los mismos mecanismos que llevan a un famoso a destacarse pueden significar su ruina. Cuando el narcisismo alcanza niveles intoxicantes, se transforma en una patología. Las personas con “trastorno de personalidad narcisística” (dolencia reconocida por el CIE-10, la Clasificación Internacional de Enfermedades) tienen dificultades para mantener relaciones armónicas y son autodestructivas. Al contrario de lo que todo el mundo piensa, estos personajes no tienen un ego gigantesco. Más bien sufren de inseguridades profundas y precisan del aplauso constante de los que lo rodean. Actúan como vampiros que absorben la energía ajena. “Los famosos y los políticos a veces transmiten un exagerado valor de sí mismos”, explica la psicóloga Iris Pugliese. “Se imponen ante los demás, no aceptan críticas, son personalidades monolíticas y avasallantes. Y tan creídas están de sus propios valores y de su brillo personal que los demás terminan creyéndoles. Sobre todo aquellos que son dubitativos, indecisos, inseguros o que no tienen un criterio para valorar a los demás. Cuanto más inseguro sea alguien, más creerá en la perfección que venden los narcisistas. Es un juego de roles complementarios”.

La ego-epidemia

Los autores de “La epidemia del narcisismo” identifican señales del trastorno en casi todos los aspectos de la vida moderna, hasta en la economía. Cuando los gobiernos tienen déficits millonarios o, cuando la gente común se endeuda más allá de sus posibilidades reales (situación que delata hoy la crisis norteamericana) está dando síntomas de “delirios de grandeza”. La proporción cada vez mayor de personas que se someten a cirugías estéticas es otro de los signos. “Hay más narcisistas que nunca”, sostienen en su libro Twenge y Campbell. “Y la gente común es seducida por el énfasis en la riqueza material, la apariencia física, el culto a las celebridades y la falta de atención”. Por cada Britney Spears que tiene éxito, quedan en el camino centenares dispuestas a exhibirse tanto o más que ella. La fama se transformó en un valor en sí mismo. “Si Narciso viviera, estaría todo el día en los programas de Rial y Canosa”, define con gran poder de síntesis el periodista Beto Casella.
La Web 2.0 (la actual etapa en el desarrollo de internet caracterizada por la participación activa de los usuarios) y sus herramientas –blogs, fotologs, Twiter y Facebook– empuja al mundo entero a la exposición de su intimidad, especialmente a los adolescentes.
Un estudio reciente de la Universidad de Georgia sostiene que Facebook es el sitio preferido de quienes buscan autovaloración. Eso no quiere decir que todos los que tienen un perfil en el sitio sean narcisistas. Pero el número de amigos, el tipo y la cantidad de fotos que publican y la actualización constante de mensajes sobre su estado de ánimo en el “muro” de su página, son un buen índice del grado de egolatría del usuario. También en Facebook pueden encontrarse grupos a favor de esta tendencia como “Narcisistas y ególatras anónimos” y en contra, “Anti SNH (superficiales, narcisistas, huecos) abdusidos (sic) por el rock”.
El diagnóstico de “The Mirror Effect” también es sombrío. Para Pinsky, las celebridades se comportan de forma patológica y el público realimenta ese circuito prestándoles atención. El exhibicionismo es una de las maneras de expresar los peores rasgos de esta verdadera enfermedad. La catarata de realities que puebla la televisión, con Gran Hermano a la cabeza, es la marca más visible de esta tendencia. El canal Home & Health, por ejemplo, se especializa en el género y tiene una variedad de realities tan extensa que desafían la imaginación: niñeras que acuden en ayuda de madres desbordadas, maternidades que trabajan “en vivo”, decoradores y asesores de imagen que mejoran el pésimo gusto de los participantes y hasta una familia con octillizos que “vive” ante las cámaras. De hecho, hace pocos días, el padre “múltiple” tuvo un affaire extramarital que fue noticia en los medios y el tema se resolvió frente a la teleaudiencia.
Desafiando los límites entre mentira y realidad, los políticos argentinos ingresan en la casa de Gran Cuñado, que es una ficción que imita los realities. Menem o Scioli son, así, los únicos personajes “verdaderos” de esa puesta televisiva. La gran pregunta filosófica es: ¿quién está actuando en realidad?
Pinski le pidió a un grupo de celebrities norteamericanas que se sometieran al “Inventario de la personalidad narcisística”, un test creado por psicólogos de la Universidad de California, en Berkeley. En una escala que va del 0 al 40, los famosos alcanzaron un promedio de 17,80 puntos, contra los 15,3 que es la media entre personas no relacionadas con los medios. Entre ellos, los participantes de los reality shows fueron quienes tuvieron el puntaje más alto. Pinsky explica las razones: “Los productores de este tipo de shows buscan personas controladoras y antisociales para darle más dramaticidad al juego. Y quien está dispuesto a participar suele tener un deseo incontrolable de exhibirse”.
Espejito, espejito. Al servicio de la belleza de una estrella puede encolumnarse un ejército de asistentes. Toda celebrity que se precie tiene un fótografo preferido, un maquillador, un peinador y un asesor de imagen. Mariano Martínez, cuenta una productora, hace una dieta especial una semana antes de una producción fotográfica para que sus músculos se vean bien en las fotos. Araceli González, dice la misma productora, impone a quien la contrate su troupe de ayudantes con todos los gastos pagos. Nacha pide una dieta natural para el catering. Y Valeria Mazza se niega a fotografiarse con prendas que no sean ultraexclusivas.
Hay spas que se volvieron célebres por reducir centímetros de los glúteos de las estrellas. Y Jesica Cirio, famosa por su aspiracional trasero, no sólo tiene centro de belleza propio, sino que además, comercializa electródos para levantar lo que la fuerza de gravedad arroja con contudencia hacia abajo. El combo de siliconas más delgadez extrema ha convertido a Luciana Salazar en un ser de otro planeta. Y la última leyenda en materia de bisturí, cuenta un reconocido peinador, es la operación a la que se sometió Daniela Urzi: un lifting que despeja la frente y cuyas cicatrices se esconden en el medio de la cabeza. Con esto Urzi, de 33 años, logra parecer ¡de 30!
Y aunque la vanidad sea el lado más inocente de los narcisistas, qué están dispuestos a hacer para conservar su imagen es el problema. Si fueran posibles los pactos con el diablo, muchos firmarían el contrato. En materia de belleza, Michael Jackson sigue siendo el más profundo de los límites.
Adriana Lorusso alorusso@perfil.com.ar | Fotos: Cedoc. Infografía: Fernando San Martín. Copyright Veja.