AMORES MODERNOS, GUÍA COSMO DE LAS NUEVAS RELACIONES

FOTOS: MARC BAPTISTE. TEXTO: DEEPA MENON. CON EL APORTE DE: ANALÍA SEVERINO.
Vía e-mail, abiertas, en casas separadas… Ya no se trata de amar y punto. Conocé las últimas tendencias a la hora de formar pareja.

A veces hay que darle un giro a la relación, ¿no?
Se conocieron en un baile de carnaval, estuvieron de novios cinco años y, cuando los dos se recibieron, finalmente se casaron. Seamos sinceras: la historia de amor de tus papás puede resultarte encantadora… pero no tenés ni media intención de imitarla. Obvio: tus prioridades son diferentes. Además, reconozcamos que para el amor no hay fórmulas únicas ni recetas familiares que pasen de generación en generación. Por eso, cada vez son más las chicas que eligen nuevas modalidades de pareja, totalmente adaptadas a sus necesidades y preferencias. Leé esta nota y descubrí sus ventajas… y riesgos.

1- Relaciones de fin de semana

Somos chicas muy ocupadas. Llegamos a casa a la noche con cien gramos de jamón crudo en una bolsa (¿alguien tiene fuerzas para cenar otra cosa que no sea un sándwich?) y con un humor acorde a nuestro cansancio. Nuestro chico tampoco se muere de ganas de jugar al gran gourmet… y no hablamos sólo de lo gastronómico. Aunque la convivencia suele ser considerada un síntoma de progreso en el amor y en la intimidad, llegar a casa agotadas para encontrarnos con otra persona que está igual que nosotras no es un panorama muy romántico que digamos.
Por eso es que las relaciones de fin de semana, por más modernas o desaprensivas que te parezcan, resultaron para muchas “la” solución. ¿De qué hablamos? De ver a tu chico sólo desde el viernes a la noche hasta el lunes a la mañana (o el domingo a la noche). El resto de los días podés dedicarte a trabajar full time, pasar tiempo con tus amigos, hacer gimnasia, ir de shopping, estudiar japonés o mirar Los exitosos Pells en piyama. Además, después de cinco días sin verse (¡ni tocarse!) podés imaginarte cómo son los reencuentros…
“Este tipo de opciones funciona bien en las parejas que aún no tienen hijos”, observa la psicoanalista Iris Pugliese, codirectora del Centro Psicoanalítico Argentino. “Si la libido está puesta en el progreso laboral y no en armar una familia, las visitas de fin de semana son una opción. Habría que ver qué pasa si en algún momento una de las dos partes quiere tener hijos”.
Mientras, la relación no tiene desperdicio y es puro placer. “El encuentro se produce en un tiempo y espacio favorecedores, porque el finde es ‘el momento’ para darse los gustos: salidas, trasnoches, viajecitos, fiaca. Eso sí, te queda un casillero vacío: no sabés cómo se vincularían si la rutina y las cuestiones domésticas los envolvieran”, explica la psicóloga Claudia Martínez, directora del Centro Psicológico Asistencial.

2- Amigos privilegiados

Pensabas que esa idea de los “amigos con derecho a roce” era una pavada propia de Atracción x 4, hasta que una noche miraste bien a tu mejor amigo (digamos que también lo besaste, ejem…). ¿Qué pasó? Ahí descubriste que, en realidad, era una muuuy buena idea. Este tipo de vínculo no se ve amenazado por las instancias menos idílicas de una relación tradicional, como pueden ser la rutina y las escenas de celos. ¿Cuáles son los beneficios? No se trata de un touch and go, sino de alguien que te conoce y te quiere. Pero, claro, hay un riesgo: enamorarse.
“El sexo con un amigo siempre es un terreno delicado”, advierte Pugliese. “Hay afecto y también hay una sinergia sexual (por eso van a la cama); frente a este combo, es difícil que una de las dos partes no termine más involucrada. Saber transitar la línea delgada que separa el sexo del amor es fundamental”. Si no tenés bien claro esto, podés navegar en aguas turbulentas.

3- Algo más que colegas

A tu oficina sólo le falta una cama y no porque vayas a hacerlo ahí con él (¿o sí?), sino porque prácticamente vivís entre esas cuatro paredes. Por eso, no es tan raro que siempre termines enganchada con un compañero de trabajo.
“La afinidad intelectual y los mismos intereses compartidos también impactan en el plano afectivo. Por eso, un alto porcentaje de relaciones se inician en este ámbito”, explica la psiquiatra Andrea Kadar. ¿La ventaja de este tipo de relación? El tiempo compartido, la afinidad y las redes sociales que se establecen. “Lo no tan bueno es que las dificultades laborales puedan afectar emocionalmente a la pareja, o viceversa”, analiza Kadar.

4- Sin los tuyos… ni los míos

Este tipo de parejas jamás (pero nunca, en serio) mezclan a padres, suegros, amigos, hermanos o primos en su historia. El vínculo es exclusivo de los dos. Pueden tener muchos desacuerdos, salvo uno: no existe la frase “te presento a mi mamá” o “¿vamos al cine con los chicos?”.
“Hoy en día existe un gran número de relaciones en estas condiciones: evaden el entorno del otro para evitar roces y compromisos. Y, lógico, como hay menos personajes en danza, hay menos conflictos. Lo que no se tiene en cuenta es que el amor no es exclusivamente de uno a uno: existen más personas detrás de él o de ella”, agrega Kadar.
Según Martínez, “en general, las personalidades más inseguras se embarcan en estas relaciones, porque dudan de cuál es su lugar en la vida del otro. Creen que si entra en escena la mamá o el mejor amigo de su pareja, ellas quedarán excluidas. Pero no es así: cada uno tiene su propio rol y espacio” .

5- Relaciones abiertas

Ya lo sabemos: después de un tiempo, si no hacemos algo, la rutina va ganando espacio dentro de la relación. Y cuando tu tanga animal print empieza a estar más tiempo adentro que afuera del placard, algo pasa… o no pasa. Por suerte, hay muchas formas de evitar que la pareja se estanque, y muchas de ellas ya las conocés por Cosmo.
Pero hay una bastante menos convencional: el amor libre. ¿De qué se trata? De un acuerdo entre los dos para darse mutuamente la libertad de estar sexualmente con otra gente. ¿Te parece demasiado rebuscado y riesgoso? Es cierto: es un terreno más que peligroso y muchas de nosotras ni siquiera podemos admitir la idea de que nuestro chico esté con otra mujer.
“Resulta difícil pensar que los miembros de una pareja lleguen a ceder tan fácilmente la ‘exclusividad’ sobre el otro. De todas formas, si está consensuado entre los dos, puede funcionar. Lo que salva a las parejas no es la apertura sexual, sino la posibilidad de llegar a un acuerdo sobre algo”, explica la sexóloga Diana Resnicoff, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana.
Por más que los especialistas aclaren que la gente que está metida en este tipo de relaciones no se va a la cama con cada persona que le sonríe, lo cierto es que muchos de los que aceptan este modelo de relación terminan sufriendo. La psicologa Claudia Martínez opina: “La pregunta implícita en esta clase de vínculo es: ‘¿A quién preferís, al otro o a mí?. Es inherente al ser humano sentir que el otro le quita su lugar”

6- Taza, taza…

Cada uno tiene la llave del idilio… que es la de su propia casa. Lo visitás, él te va a ver, miran tele en el departamento con el sillón más cómodo y tienen sexo en la cama donde mejor se acomodan. Pero dormir juntos… ¡nunca! “Este tipo de vínculo es ideal para personalidades a las que les cuesta ceder o temerosas del otro. Los seduce la idea de tener un lugar propio donde acurrucar sus manías, de no acordar decisiones domésticas y de mantener cierta independencia”, explica Martínez.
Al no haber convivencia, no se conoce el mal humor del otro al despertarse o sus ronquidos. “Pero ciertas parejas, en algún momento, sienten la necesidad de vivir algo más real. En ese caso, si los dos son muy celosos de sus espacios, pueden probar quedándose sólo algunos días a dormir con el otro y no hacer una mudanza o una venta de alguno de los departamentos de forma abrupta. Además, si no hay cerca un plan de tener hijos, relacionarse así es una buena manera de potenciar el placer al máximo. ¿Si funciona? No hay fórmulas. Sólo hay que seguir con esa ‘rutina antirutina’ en la medida en que las dos partes se sientan a gusto”, agrega Martínez.

7- Relaciones a distancia

Supongamos que durante las vacaciones conociste a un chico extranjero y te enamoraste, pero él tuvo que regresar a su país. También puede ser que tu novio haya aceptado un puesto temporal en otra provincia… ¡o continente!
Hasta no hace mucho, cualquiera de estas dos situaciones implicaba una despedida desgarradora en Ezeiza y el punto final de la relación en cuanto el avión despegaba. Hoy en día, con todos los recursos tecnológicos a nuestra disposición, la posibilidad de un romance a la distancia no resulta tan de ciencia ficción.
“En parejas acostumbradas al contacto diario, que tenían una vida en común, la necesidad de verse es mayor. Y aunque se extrañan, se necesitan y notan el cambio, muchas logran hacer que la relación sobreviva, porque ya estaban consolidadas”, explica la licenciada Martínez. Pero, por otro lado, ¿alguien puede resistirse a la adrenalina de un reencuentro que empieza con el glam y el romanticismo de un aeropuerto y continúa con una semana sin salir del dormitorio? “El volver a verse y a tocarse se vive de una forma muy intensa y mantiene una ilusión constante en la pareja. Además, con la distancia no se sufre el desgaste de la rutina”, explica Kadar.
Pero, claro, también existe el riesgo de que la relación se enfríe, de discutir para acordar a quién le toca viajar esta vez, o de desconfiar de la fidelidad del otro. ¿Cómo se sobrevive frente a todo esto? No es un milagro. Según Kadar, “para mantener el interés y encontrarle sentido a la relación a distancia necesitás saber que existe la posibilidad concreta de, en un futuro, vivir en la misma ciudad. De esta manera, podés hacer proyectos para cuando llegue ese momento. Hay que esforzarse y viajar para verse, mantener una comunicación constante (¡con webcam hasta se puede tener sexo virtual!) y demostrar que se lucha por la pareja. Pero si no hay fecha de retorno, todo se vuelve más complicado”. ¿Lo mejor? Asegurate de que tu amor tenga pasaje de vuelta.