CRIARÁS A TUS HIJOS CON TODO EL RIGOR

Diario Crítica de la Argentina
Sociedad / Edición Impresa
La nueva máxima de los ricos y famosos
Por Josefina Licitra
Asesoramiento: Lic. Felisa Senderovsky y Lic. Iris Pugliese.

Las niñas Obama tienden sus camas todos los días. La heredera del imperio Zara dobla prendas en un sótano por orden del padre. La hija de Madonna pierde el derecho a usar su ropa si la deja tirada.

Family. Las chicas Obama, además, lavan los platos todas las noches, dice Michelle.
Todas las mañanas, Malia y Sasha Obama –las hijas del presidente de los Estados Unidos– amanecen en su cuarto de la Casa Blanca y hacen lo mismo –o mucho más– que cualquier niño de clase media: tienden su cama, limpian su habitación y toman su desayuno en la misma cocina donde –la noche anterior– tuvieron que lavar los platos. “Ordené al servicio de la casa que no les hiciera más fácil la vida a las niñas y que delegara en ellas parte de las tareas domésticas, porque deben continuar siendo obedientes”, explicó Michelle Obama a la revista People y con ese argumento marcó la parábola de una tendencia que cala hondo en la clase poderosa mundial: la de criar a los hijos con dinero, pero también con rigor.

Un relevo realizado por el grupo británico Barclays Wealth –perteneciente a la banca Barclays– entre sus 800 clientes más ricos advierte que la mayoría de los padres y abuelos megamillonarios se están volviendo más estrictos en relación con los términos en que su prole puede heredar su dinero y su poder. El caso más emblemático es el del magnate hotelero Barron Hilton, que desheredó a su nieta Paris en 60 millones de dólares luego de que fuera detenida varias veces por manejar borracha. “Los padres están más estrictos –explicó Jeremy Arnold, de Barclays Wealth–. Perciben la amenaza de que sus hijos despilfarren su riqueza. Por eso, más del 50% de los entrevistados aseguran que, antes de poner un dedo sobre su fortuna, sus hijos tendrán que obtener un título universitario o tener un trabajo decente.”

Amancio Ortega, dueño de la cadena de ropa Zara –perteneciente al Grupo Inditex– y octavo hombre más rico del mundo, tiene esos planes. Aunque el hombre vuela en un avión de jeque árabe, Marta Ortega –considerada la heredera y sucesora del imperio– tuvo que empezar a trabajar en 2007 –a sus 23 años– luego de obtener una licenciatura en Ciencias Económicas. ¿Su cargo cuando empezó? Tenía que doblar ropa en el sótano de Bershka, una suerte de Zara británica del Grupo Inditex.

¿Por qué los hijos ricos deben tener vidas “difíciles”? Para Iris Pugliese, codirectora del Centro Psicoanalítico Argentino, esta línea de conducta está relacionada con el temor de los padres: ellos saben, ahora más que nunca, que todo lo que llega puede irse. Y quieren que sus hijos estén armados ante la posibilidad de que el día de mañana no haya un peso. “Los magnates estrictos con sus hijos son los que se hicieron de abajo –explica Pugliese–. En esta época, en la que la fortuna de muchos dio un vuelco, a tal punto que hubo quienes se suicidaron, la gente del poder debe querer dejarles a sus hijos un legado de trabajo, una rutina que incluya, mediante gestos más o menos simbólicos, el esfuerzo y la capacidad de lucha.”

Sin exagerar demasiado, Bill Gates intenta poner cierta disciplina dentro de su casa. Sus tres hijos pueden hacer prácticamente lo que se les dé en gana, pero –a diferencia de todos los niños de clase alta y media-alta del mundo– no pueden usar iPod ni iPhone. El motivo, en realidad, no es exactamente pedagógico: ambas marcas son de Apple, la competencia de Microsoft.

Por su parte, Lourdes –la hija de Madonna– tiene luz verde para portarse a su antojo, pero con una condición: no debe dejar tiradas por el piso las toneladas de ropa que le compra su madre. Si lo hace, Madonna le confisca las prendas y se las devuelve sólo si mantiene la habitación en orden durante el resto de la semana. Además, Madonna no le habla a su hija de dinero. Y es que, según el relevo de Barclays Wealth, la mayoría de los encuestados cree que nunca es buena idea decirle a tu hijo –cuando es chico– que estás forrado en plata. Para el 40%, el sinceramiento debe llegar a los 21 años de edad. Y para el 9%, recién a los 31.

Para la licenciada Felisa Senderovsky, vicepresidente de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, esta exigencia disciplinaria sobre los hijos ricos tiene también otro matiz: “Se trata de gente que está mucho tiempo afuera de sus casas, y que no tiene tiempo para dar contención a sus hijos –explica–. A cambio de contención, les pone límites. Cuando los Obama mandan a sus hijas a hacer la cama, o cuando Madonna reta a su hija porque tiró la ropa, se deposita en ese límite un acto de presencia que probablemente no está existiendo”.