LAS MIL CARAS DE LA ANSIEDAD

En qué consiste y cómo detectarla a tiempo. Síntomas más comunes

Cómo prevenirla y tratarla

¿Qué es la ansiedad?

Con los términos de temor, miedo, angustia, inquietud, tensión, nerviosismo, o inseguridad, el ser humano describe habitualmente una amplia gama de vivencias relacionadas con la ansiedad.
Esta es, en realidad, una emoción o reacción emocional tan básica y universal que no sólo la experimenta el hombre ante una situación que evalúa como peligrosa sino que se encuentra también presente a lo largo de la escala biológica. Y tiene la finalidad de alertar y proteger, durante toda la vida, de amenazas o peligros inminentes para la integridad psicofísica.
Así, todos los mamíferos tienen mecanismos biológicos adaptativos, transmitidos genéticamente, para protegerse a sí mismos y a sus crías ante posibles depredadores u otras situaciones peligrosas.
En tanto en el ser humano, dependiendo de la interpretación que se haga de una situación como potencialmente nociva, la ansiedad cual disparador automático del organismo, preparará para la lucha o la fuga.
De esta forma, un ruido inesperado o intenso, gritos o ver gente que huye despavorida produce una inmediata respuesta de ansiedad. Y cuando la situación se torna muy inquietante y la persona se siente débil frente a la misma, podría llegar a reaccionar quedándose paralizada o inmóvil.
Pero vale aclarar que, si bien hay una predisposición genética para la ansiedad, las experiencias vitales a lo largo del desarrollo facilitarán la predominancia de conductas basadas en ella o bien en la tolerancia, la comprensión y la reflexión.

Una clasificación sencilla

Cuando es normal aparece frente a situaciones que implican una amenaza real para la persona y prepara para la defensa. Pero si no está en proporción con el estímulo que la desencadena podemos considerarla patológica.

Del mismo modo, la ansiedad puede ser clasificada en:
Normal: tiene relación causal y está en concordancia con el estímulo; por eso decimos que nos brinda protección y previene ante determinados peligros y por ende es adaptativa.
Patológica: se origina por una evaluación que distorsiona la peligrosidad de la situación desencadenante y muchas veces no se precipita por un estímulo real sino por otro altamente subjetivo que representa sólo una amenaza intrapsíquica y por consiguiente es desadaptativa y genera limitaciones.
Cuando la ansiedad no sólo es desproporcionada y exagerada en relación a la situación que la produce sino que es desbordante e incontrolada; aparece muy frecuentemente al punto de generar restricciones en la vida cotidiana, podemos hablar de pánico, que es una vivencia de terror que implica una sensación de descontrol, desmayo o muerte inminente.

Lo cierto es que la ansiedad patológica puede llegar a producir desde disfunciones menores hasta enfermedades graves. Así, la encontramos en todos los llamados “trastornos de ansiedad” especialmente en la fobia social -que muchas veces se vincula con el alcoholismo-; asociada con la depresión y cuando se hace crónica, en las enfermedades clásicamente llamadas psicosomáticas como la urticaria, la úlcera péptica, el asma, el colon irritable, los trastornos de la alimentación como la bulimia y la anorexia, las disfunciones sexuales, etc.

Pero lo más importante es saber que el ser humano viviente es un psicosoma o sea una unidad, y como tal no hay área de su vida que no se vea beneficiada o perjudicada por su salud mental.

Identificando los síntomas

Así, siguiendo al Dr. A. Cía, podemos clasificarlas en:
1. Síntomas fisiológicos, somáticos o neurovegetativos de ansiedad:
Se caracterizan por la hiperreactividad del sistema nervioso autónomo o neurovegetativo, especialmente del sistema nervioso simpático, encargado de la respuesta de alarma. Y se expresan en los diferentes aparatos del organismo:

A. Síntomas cardiovasculares:
Taquicardia
Elevación de la tensión arterial
Palpitaciones
Opresión en el pecho
Palidez o ruborización

B. Síntomas respiratorios
Sensación de ahogo
Ritmo respiratorio acelerado
Disnea o dificultad para respirar

C. Síntomas gastrointestinales
Náuseas
Sensación de atragantamiento
Vómitos
Diarreas y cólicos intestinales
Flatulencia o gases
Aerofagia (tragar aire)

D. Síntomas génitourinarios
Orinar frecuente
Dolor al orinar
Disminución del deseo sexual o anorgasmia
Eyaculación precoz e impotencia o disfunción eréctil en los hombres

E. Síntomas neurovegetativos
Sequedad de mucosas, especialmente de boca y lagrimales
Sudoración excesiva, especialmente en la cara, axilas, manos y plantas de los pies
Sensación de desmayo inminente
Rubor o palidez

F. Síntomas neurológicos
Temblores
Hormigueos o parestesias
Cefaleas tensionales (especialmente en la nuca) y contracturas
Hipersensibilidad a los ruidos, olores o luces intensas
Mareos e inestabilidad

G. Síntomas psicofísicos
Fatigabilidad excesiva y agotamiento

2. Síntomas mentales, subjetivos o cognoscitivos:
Ansiedad o angustia que pueden llegar al terror o pánico.
Sensación de inseguridad
Aprensión
Preocupación
Sentimientos de minusvalía o inferioridad
Incapacidad de afrontar diferentes situaciones
Sentirse amenazado por eventuales peligros
Indecisión
Dificultad o falta de concentración
Apatía o desinterés
Pérdida de objetividad y de la capacidad para pensar con lucidez.

3. Síntomas comportamentales
Inquietud o hiperactividad
Parálisis motora o inmovilidad (quedarse duro)
Movimientos torpes, temblorosos o desorganizados
Tics, tartamudeos o movimientos repetitivos sin sentido.
Comportamientos de evitación o de alejamiento de la situación temida.

Medidas preventivas
Sin duda, la mejor prevención consiste en la detección precoz de los síntomas indicadores de ansiedad en cada una de las áreas arriba mencionadas. Y en tal sentido debemos saber que, generalmente el concepto de síntoma implica que hay una contraposición de fuerzas psicológicas entre lo que se desea -deseo reprimido- y la fuerza represora o la defensa. O sea, que el síntoma revela la existencia de conflictos inconscientes que al no haber podido ser elaborados retornan a modo de señal.

Tomemos un ejemplo sencillo de cada una de las áreas

Síntomas fisiológicos, somáticos o neurovegetativos: Una señora que a partir del momento en que descubre que su esposo le fue infiel en alguna oportunidad, (aunque ya no lo sea), deja de tener deseos de hacer el amor con él y cuando finalmente tiene sexo, “no siente nada”.
Quizás, ella no sepa que no lo ha podido perdonar, o que le ha perdido la confianza, pero a través de ese síntoma (genitourinario) demuestra su conflicto. Si ambos abordaran el tema, ya sea a través de charlas o de una serie de entrevistas con un psicólogo, lo más probable es que la infidelidad no se repita y que el matrimonio continúe con mayor sinceridad.

Síntomas mentales, subjetivos o cognositivos: Un joven de 17 años, que hasta hace unos meses era un excelente alumno en el colegio secundario, si bien sigue estudiando sus materias, su rendimiento es muy inferior al que venía llevando hasta ese momento. Está desconcentrado (área cognoscitiva), temeroso y preocupado frente a cada examen y de antemano cree que no va a aprobar.
Si averiguamos qué le está pasando, vemos que unos meses antes de presentar estos síntomas cortó con su primera novia y que además a raíz de una serie de circunstancias, en su infancia él se sentía “un tontito” en comparación con una hermana suya que era “brillante”. Él se siente un “tontito” desde que su novia lo dejó y actúa en consecuencia.

Síntomas comportamentales: Una señorita más bien tímida, de 22 años a partir de cierto momento perdió interés en el trabajo que venía desempeñando normalmente. Comenzó a llegar tarde y se la nota inquieta y un poco torpe (área de la conducta). Más tarde confiesa a su madre que se siente muy mal porque su jefe tiene una actitud marcadamente seductora con ella y a pesar que ella le ha dejado en claro que a la oficina sólo va porque necesita trabajar para pagar sus estudios, él la sigue molestando. Como ella no quiere perder su trabajo ha callado su incomodidad, pero ahora siente que no aguanta más y que ella sola no puede poner límites.
Es un tema de acoso laboral; por eso se decidió con cierta vergüenza a hablar con su madre porque paradójicamente se siente culpable de lo que le está pasando.
La situación planteada con el jefe la remite a la vieja situación edípica y por eso siente culpa tal como si ella la hubiera provocado.

Éstos ejemplos simples y esquemáticos muestran cómo hay que prestar atención a cambios en la conducta, en las diferentes áreas de expresión, que generan malestar, empeoran la calidad de vida y producen infelicidad.

Acerca de los tratamientos

Siempre que aparezcan síntomas de ansiedad convendrá constatar si la persona tiene hábitos perjudiciales relacionados con medidas higiénico dietéticas que cada uno puede verificar en su vida, tales como:

Consumo de café, té o mate: si es exagerado, va a producir intranquilidad, baja tolerancia a la frustración, irritabilidad, insomnio, palpitaciones, etc.
Falta de horas de sueño o descanso
Exceso de trabajo
Exceso de actividad física
Vida muy sedentaria
Poco esparcimiento
Escaso contacto social o aislamiento
Adicción a la nicotina: produce vasoconstricción, aumenta el estado de alerta, perturba el sueño, etc.
Consumo de otros estimulantes como las anfetaminas, cocaína, Cannabis, yohimbina, barbitúricos, que por intoxicación o por deprivación generan el síndrome de abstinencia.
Consumo de medicamentos que producen ansiedad, etc.
Consumo excesivo de sal excesivo -más de 5 gr diarios-, que aumenta la tensión arterial
Consumo de alcohol, que produce la eliminación de la vitamina B que es importante para el adecuado funcionamiento del Sistema Nervioso Central y Periférico

Los tratamientos para reducir la ansiedad pueden ser

2. Psicofarmacológico: indicado cuando la ansiedad es muy intensa y limitante para el desempeño cotidiano.
Si la ansiedad no es muy intensa bastará con el tratamiento psicológico, pero si produce una gran discapacidad convendrá prescribir un tratamiento integral médico-psicológico o por un equipo entrenado en problemas de ansiedad.

En casi todos los casos, quienes consideren que la actividad física les resulta placentera podrán complementar con la práctica de:
Natación: es muy relajante.
Otro tipo de ejercicios: como caminatas, gimnasia yoga, expresión corporal, etcétera.
Algunas personas se pueden ver muy beneficiadas con la práctica de la relajación y meditación.

Evitar la automedicación
Lo más importante es no automedicarse recurriendo a lo que consume un familiar o el amigo más cercano; ni siquiera con lo que le fuera indicado al ansioso en otra oportunidad, por más similar que parezcan ambas situaciones. Simplemente, porque la prescripción de medicación es algo que sólo puede determinarse a través de un buen diagnóstico y evaluación de los signos, síntomas y de la situación vital por la que atraviesa la persona.

Dicho diagnóstico pueden hacerlo tanto el médico psiquiatra como el psicólogo -y si trabajan en equipo la tarea será más adecuada.

El psiquiatra a fin de decidir la conveniencia de recetar medicación tendrá en cuenta una serie de factores como edad y sexo, la condición clínica y los antecedentes que tienen que ver con la historia vital. Con todo esto podrá hacer un diagnóstico y pronóstico y evaluar la conveniencia de medicar.

Asimismo, el médico psiquiatra es quien debe indicar la conveniencia en un momento dado de cambiar la medicación por otra según la evolución de la enfermedad; porque hay medicamentos que no se pueden interrumpir abruptamente aunque el paciente considere que ya se siente bien.

En tanto, cuando se toman remedios aunque más no sea por un tiempo dado, el paciente debe informar al médico acerca de qué otras enfermedades padece y si recibe medicación por ellas. Esto es indispensable para que el profesional evalúe las interacciones medicamentosas.

Del mismo modo, tampoco deben hacerse por cuenta propia cambios en los medicamentos o en las dosis prescritas -ni siquiera en caso de aparecer efectos adversos- sin consultar con el especialista.

La consulta se debe realizar apenas surja alguna duda

Cuando aparece la ansiedad…

Trate de descubrir qué teme exactamente que le pase y ver si en circunstancias similares, eso a lo que le teme en verdad alguna vez sucedió.

Analice qué nueva actitud puede tomar en vez de dejarse dominar por el miedo.
Observe cuál es el diálogo interno que se produce en el momento de la ansiedad del tipo: “no voy a poder con esto”, “la situación me supera” “¿y si desaparezco de aquí?”, “sólo a mí me podrían pasar este tipo de cosas”, etc.

Intente respirar profundamente y relajarse.

Intente darse cuenta de que en general la ansiedad tiene un pico máximo y después viene la calma, pero que nadie muere por ella.

Converse con un ser querido sobre el tema que le genera la ansiedad

Salga a caminar, evite el encierro.

Pruebe con una ducha o un baño de inmersión

Cuándo consultar

Genera mucho sufrimiento o limitaciones en la vida cotidiana.

No desaparece con las medidas paliativas para enfrentarla.

Provoca síntomas psicofísicos muy definidos y recurrentes, como taquicardia, insomnio, el temor a tomar un avión o un tren o subir a un ascensor; o cuando los conflictos de pareja o con los hijos se vuelven inmanejables.

Pero además cuando

Familiares o amigos le han dicho que consulte porque lo han visto mal.

Siente que no pude progresar en la vida a pesar de todos sus esfuerzos.

Teme bajar los brazos -depresión- de tanto sufrir.

Ha perdido el interés por las cosas y/o personas que antes tanto le importaban.

No está conforme con su cuerpo y exceso de peso pero no hace nada para modificarlo.

Tiene ideas negativas recurrentes o se encuentra pensando siempre en lo mismo sin encontrarle la solución -pensamiento calesita-.

Está descuidando su aspecto físico, aseo o arreglo personal.

Ha llegado a la conclusión que su vida es infeliz.

Diccionario

Nosofobia: temor a las enfermedades

Misofobia: temor al contagio o a la suciedad

Claustrofobia: temor a los lugares cerrados

Agorafobia: temor a los lugares abiertos

Tanatofobia: temor a la muerte

Pirofobia: temor al fuego

Hidrofobia: temor al agua

Talaciofobia: temor al mar

Cianofobia: temor a las puntas agudas

Acrofobia: temor a los lugares altos

Zoofobia: temor a los animales

Eritrofobia: temor a ruborizarse

Aerofobia: temor a las corrientes de aire

Homilofobia: temor a que piensen o hablen mal

Tafiofobia: temor a ser enterrado vivo

Fotofobia: temor a la luz

Escoptofobia: temor a ser visto y contemplado por otros.

Nictofobia: temor a la oscuridad

Xenofobia: temor a grupos sociales diferentes del propio.

Algofobia: temor a sentir dolor

Ginefobia: temor a las mujeres

Lalofobia: temor a hablar en público

Algunas cifras

El 33 % de los costos destinados a problemas de Salud Mental son generados por los trastornos de ansiedad.

Según la Organización Mundial de la Salud, el 25% de los pacientes vistos en clínica general presenta síntomas de ansiedad.

A lo largo de la vida, el 15% de la población desarrolla algún trastorno de ansiedad, la mayoría de los cuales afecta más a las mujeres.

Apostillas

George Bernard Shaw: “Es mejor que conserves limpia y brillante la ventana a través de la cual ves el mundo”.

Mark Twain:

“La mejor manera de resolver un problema es resolverlo”.

“Si estás preocupado de cómo deberá ser y te lamentas de cómo debió haber sido, no sabrás cómo es el ahora”.

Milton: “Sólo a partir de mi mente puedo transformar al paraíso en infierno o al infierno en paraíso”.

* Sigmund Freud: “Los hombres son fuertes cuando representan una idea fuerte; débiles cuando se oponen a ella”.