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¿PADRE AUSENTE O PADRE FALTANTE?

Saturday, November 15th, 2008

La tan mentada figura del “padre ausente” alude no sólo a la imagen del joven que luego de conocer la noticia del embarazo de su novia, ya sea por susto, por irresponsabilidad o por inmadurez desaparece, sino también a la de aquel padre que interpretó la separación conyugal como un corte definitivo con su ex mujer, incluidos los hijos, (como si estos fueran pertenencia exclusiva de la madre o bien parte de ella), sino también a aquel padre que encontrándose satisfecho con el hogar que formó con su mujer, con sus hijos y aún orgulloso de haber establecido una familia “bien constituida”, ha declinado la función paterna por considerar que la crianza y educación de los vástagos es una cuestión menor que sólo le compete a la madre.

Estos últimos modelos de padres conservan para sí, el rol de proveedores universales del sustento familiar y la gran mayoría de las veces se contentan con “no hacerles faltar nada a su familia”. Podríamos adjetivar de “patriarcal” a su modo de funcionamiento ya que asumen como “natural” la diferente participación de ambos padres en la crianza, según supuestas diferencias en las aptitudes determinadas por la “naturaleza”.

Generalmente la mujer, es corresponsable de este tipo vínculo y asume como expectativa del rol materno, la falta de involucramiento del padre suponiendo que para quien debe mantener el hogar, la crianza y cuidado de los niños sería una sobrecarga innecesaria, en un contexto socioeconómico competitivo y muy exigente.

En definitiva, podríamos afirmar entonces que no basta ser padre biológico para estar en condiciones de ejercer la función paterna o dicho de otro modo, una cosa es ser genitor y otra es ser padre.
El primero aporta su caudal genético para la procreación, y el segundo, es el que ejerce el paternaje. Claro está, si psicológica y éticamente lo puede hacer y si tiene el interés de responsabilizarse de su producto y a su vez si la madre presta autoridad al lugar del padre.

Aquí podríamos preguntarnos en qué consisten las funciones paterna y materna y cómo puede ser que ambas no sean inherentes a la “naturaleza” de cada sexo.

Comencemos por la menos delegada: la función materna. Ésta tiene que ver con los cuidados prodigados al hijo, la alimentación, la ternura, el contacto corporal, el amor incondicional y en el mejor de los casos la facilitación de la tarea del padre en cuanto a la ruptura de la burbuja diádica entablada entre ella y el vástago desde su nacimiento.

En tanto, a la función paterna le compete la imposición de reglas tendientes, en definitiva, a establecer un corte en la relación madre-hijo que le permitirá a éste su constitución como sujeto independiente, el acceso a la cultura y la internalización de la ley paterna de prohibición del incesto y acceso al goce.

Algunos autores

Resume M. Varela: “Las ideas mas importantes que D. Winnicott expone en sus conferencias por la BBC al hablar del “buen padre” del niño pequeño son: que los padres no pueden reemplazar a las madres en virtud de su incapacidad para amamantar; incluso puede resultar inconveniente que aparezcan en escena prematuramente.
Su principal virtud reside en permitirle a su esposa ser buena madre. Su presencia junto al bebé puede ser solo episódica, alcanza con que se muestre a menudo para que el niño experimente el sentimiento de que es real y está vivo. Es más, llega a aceptar que hay padres que no se interesen nunca por su bebé.
A los ojos del niño él encarna la ley, el vigor, el ideal y el mundo exterior que debe hacerle conocer.
Él es el que saca al niño a la calle, pero a instancias de la madre. Su buena paternidad dependerá de la necesaria intermediación de la madre entre él y su hijo.
El bebé prefiere a la mamá, que es a quien más ama, y al padre le corresponderá ser el vertedero de su odio para evitar la confusión que generaría en el niño descargarlo sobre la madre.
Parecería en cambio que podría odiar al padre sin que eso le traiga problemas.
A él le cabe el papel de poner límites a su agresión.(D:W:Winnicott, “Conozca a su niño. Psicología de las primeras relaciones entre el niño y su familia”).

…La psicoanalista de niños Francoisse Doltó (citada por E. Badinter en ¿Existe el amor maternal?) al contestar las preguntas que cotidianamente le formulaban por radio en France Inter se quejaba de que al no mencionarse al padre era como si no existiese, en oportunidad de recibir la pregunta de un oyente que se lamentaba por las burlas de sus hijos a causa de sus actitudes tiernas, le respondió que “el amor del padre no se manifiesta nunca a través del contacto físico”. Éste puede existir mientras el niño es muy pequeño pero pronto debe reducirse al mínimo.

…Otra postura contraria a las paradigmáticas concepciones de la paternidad tradicionalista, arriba expuestas, y digna de ser tenida en cuenta es la del psicoanalista junguiano Guy Corneau.
Éste sostiene en su libro “Père manquant, fils manqué” que “el hombre nace a la vida tres veces: nace de su madre, nace de su padre y finalmente nacerá profundamente en y de sí mismo”.
La consolidación de su identidad masculina dependerá de la no interrupción de este proceso.
Si el padre permaneciera “silencioso”, generación tras generación, sobrevendría la fragilidad de la identidad masculina; “silencio” que niega el deseo y la necesidad del hijo varón de ser reconocido y amado por el padre.
…Los hijos devendrían hijos “defectuosos, fallidos” (fils manqué) en el caso de que los contactos con el padre no fueran duraderos ni profundos ni afectuosos. Los “hijos del silencio” devienen de un “padre faltante”. Corneau emplea el adjetivo “faltante” a fin de otorgar al concepto de padre ausente un sentido más amplio.
…Hace referencia además de la ausencia física, también a la ausencia espiritual y afectiva del padre que aún estando presente físicamente no se relaciona de manera comprometida con él; al incapaz de expresar afecto y sensibilidad; al aplastante; al envidioso de la inteligencia del hijo; al autoritario y al alcohólico cuyas fluctuaciones emocionales mantienen en vilo a los hijos.

…A fin de que el niño nazca como varón, (G. Corneau apunta que “la mujer nace pero el hombre se hace”) será necesario que el padre sea un padre “presente” físicamente, que le permita identificar lo que tienen en común y abandonar la identificación primaria con la madre. La identidad sexual del hijo está anclada en el cuerpo y en el afecto del padre. La falta de éste o un paternaje inapropiado, que abandone al niño al cuidado exclusivo de la madre, redundará en la represión de su sensualidad y corporeidad, en el temor a la homosexualidad y a la mujer y en su miedo posterior a la intimidad con su propio cuerpo y con el cuerpo femenino.

Padre y función paterna

Como es fácil deducir, la F.P. no está implícita en el hecho de ser el padre biológico y muchas veces la misma es ejercida por la propia madre (si puede), por un tío o por el abuelo generalmente maternos. Esto último suele darse cuando el padre biológico ha desaparecido por fallecimiento, a consecuencia de un divorcio controvertido, (que algunos autores califican de maligno), o simplemente porque no tiene vocación de padre o que anda distraído en infidelidades diversas.

Desde ya que hay un entramado social que ve con buenos ojos la idea de que el hombre abdique de su función paterna y que tiene que ver con “mística masculina” que prioriza el abandono afectivo del hijo, el no reconocimiento de las necesidades de contacto afectivo y corporal con su padre desde el inicio de la vida y el confinamiento de este último al papel de abastecedor económico.

Probables consecuencias del desfallecimiento de la FP

Estudios realizados en varios países dan cuenta de que para el niño es tan importante el contacto con su madre como con su padre para su normal desarrollo psicosexual y que el déficit en la FP conduce frecuentemente a “problemas de conducta” que implican diversos grados de agresividad y que van desde las inocentes mentiras, pasando por los pequeños robos a sus pares, a sus docentes y a sus padres, hasta francos actos de violencia riesgosos tanto para los semejantes como para sí mismos (trastorno disocial de la personalidad).

Otros estudios indicarían que el desinterés paterno por involucrarse afectivamente con el hijo, junto con el excesivo apego de la madre a éste y su real indiferencia por su pareja, conducirían a trastornos en la identidad sexual especialmente en el hijo varón o a otros trastornos más graves aún.

Lo bueno…

Estudios realizados en nuestro país nos indican que el eficaz desempeño de la F.P. es “el requisito para la construcción de la identidad masculina y para tener acceso a la agresividad, en términos de afirmación del sí mismo y capacidad para defenderse, y no como un ejercicio de poder (violencia) sobre el otro.” (Lic. M. S. Varela).

El real acercamiento de los padres a sus hijos tal vez contribuya revertir los tiempos violentos en que estamos inmersos….

LAS MIL CARAS DE LA ANSIEDAD

Monday, November 10th, 2008

En qué consiste y cómo detectarla a tiempo. Síntomas más comunes

Cómo prevenirla y tratarla

¿Qué es la ansiedad?

Con los términos de temor, miedo, angustia, inquietud, tensión, nerviosismo, o inseguridad, el ser humano describe habitualmente una amplia gama de vivencias relacionadas con la ansiedad.
Esta es, en realidad, una emoción o reacción emocional tan básica y universal que no sólo la experimenta el hombre ante una situación que evalúa como peligrosa sino que se encuentra también presente a lo largo de la escala biológica. Y tiene la finalidad de alertar y proteger, durante toda la vida, de amenazas o peligros inminentes para la integridad psicofísica.
Así, todos los mamíferos tienen mecanismos biológicos adaptativos, transmitidos genéticamente, para protegerse a sí mismos y a sus crías ante posibles depredadores u otras situaciones peligrosas.
En tanto en el ser humano, dependiendo de la interpretación que se haga de una situación como potencialmente nociva, la ansiedad cual disparador automático del organismo, preparará para la lucha o la fuga.
De esta forma, un ruido inesperado o intenso, gritos o ver gente que huye despavorida produce una inmediata respuesta de ansiedad. Y cuando la situación se torna muy inquietante y la persona se siente débil frente a la misma, podría llegar a reaccionar quedándose paralizada o inmóvil.
Pero vale aclarar que, si bien hay una predisposición genética para la ansiedad, las experiencias vitales a lo largo del desarrollo facilitarán la predominancia de conductas basadas en ella o bien en la tolerancia, la comprensión y la reflexión.

Una clasificación sencilla

Cuando es normal aparece frente a situaciones que implican una amenaza real para la persona y prepara para la defensa. Pero si no está en proporción con el estímulo que la desencadena podemos considerarla patológica.

Del mismo modo, la ansiedad puede ser clasificada en:
Normal: tiene relación causal y está en concordancia con el estímulo; por eso decimos que nos brinda protección y previene ante determinados peligros y por ende es adaptativa.
Patológica: se origina por una evaluación que distorsiona la peligrosidad de la situación desencadenante y muchas veces no se precipita por un estímulo real sino por otro altamente subjetivo que representa sólo una amenaza intrapsíquica y por consiguiente es desadaptativa y genera limitaciones.
Cuando la ansiedad no sólo es desproporcionada y exagerada en relación a la situación que la produce sino que es desbordante e incontrolada; aparece muy frecuentemente al punto de generar restricciones en la vida cotidiana, podemos hablar de pánico, que es una vivencia de terror que implica una sensación de descontrol, desmayo o muerte inminente.

Lo cierto es que la ansiedad patológica puede llegar a producir desde disfunciones menores hasta enfermedades graves. Así, la encontramos en todos los llamados “trastornos de ansiedad” especialmente en la fobia social -que muchas veces se vincula con el alcoholismo-; asociada con la depresión y cuando se hace crónica, en las enfermedades clásicamente llamadas psicosomáticas como la urticaria, la úlcera péptica, el asma, el colon irritable, los trastornos de la alimentación como la bulimia y la anorexia, las disfunciones sexuales, etc.

Pero lo más importante es saber que el ser humano viviente es un psicosoma o sea una unidad, y como tal no hay área de su vida que no se vea beneficiada o perjudicada por su salud mental.

Identificando los síntomas

Así, siguiendo al Dr. A. Cía, podemos clasificarlas en:
1. Síntomas fisiológicos, somáticos o neurovegetativos de ansiedad:
Se caracterizan por la hiperreactividad del sistema nervioso autónomo o neurovegetativo, especialmente del sistema nervioso simpático, encargado de la respuesta de alarma. Y se expresan en los diferentes aparatos del organismo:

A. Síntomas cardiovasculares:
Taquicardia
Elevación de la tensión arterial
Palpitaciones
Opresión en el pecho
Palidez o ruborización

B. Síntomas respiratorios
Sensación de ahogo
Ritmo respiratorio acelerado
Disnea o dificultad para respirar

C. Síntomas gastrointestinales
Náuseas
Sensación de atragantamiento
Vómitos
Diarreas y cólicos intestinales
Flatulencia o gases
Aerofagia (tragar aire)

D. Síntomas génitourinarios
Orinar frecuente
Dolor al orinar
Disminución del deseo sexual o anorgasmia
Eyaculación precoz e impotencia o disfunción eréctil en los hombres

E. Síntomas neurovegetativos
Sequedad de mucosas, especialmente de boca y lagrimales
Sudoración excesiva, especialmente en la cara, axilas, manos y plantas de los pies
Sensación de desmayo inminente
Rubor o palidez

F. Síntomas neurológicos
Temblores
Hormigueos o parestesias
Cefaleas tensionales (especialmente en la nuca) y contracturas
Hipersensibilidad a los ruidos, olores o luces intensas
Mareos e inestabilidad

G. Síntomas psicofísicos
Fatigabilidad excesiva y agotamiento

2. Síntomas mentales, subjetivos o cognoscitivos:
Ansiedad o angustia que pueden llegar al terror o pánico.
Sensación de inseguridad
Aprensión
Preocupación
Sentimientos de minusvalía o inferioridad
Incapacidad de afrontar diferentes situaciones
Sentirse amenazado por eventuales peligros
Indecisión
Dificultad o falta de concentración
Apatía o desinterés
Pérdida de objetividad y de la capacidad para pensar con lucidez.

3. Síntomas comportamentales
Inquietud o hiperactividad
Parálisis motora o inmovilidad (quedarse duro)
Movimientos torpes, temblorosos o desorganizados
Tics, tartamudeos o movimientos repetitivos sin sentido.
Comportamientos de evitación o de alejamiento de la situación temida.

Medidas preventivas
Sin duda, la mejor prevención consiste en la detección precoz de los síntomas indicadores de ansiedad en cada una de las áreas arriba mencionadas. Y en tal sentido debemos saber que, generalmente el concepto de síntoma implica que hay una contraposición de fuerzas psicológicas entre lo que se desea -deseo reprimido- y la fuerza represora o la defensa. O sea, que el síntoma revela la existencia de conflictos inconscientes que al no haber podido ser elaborados retornan a modo de señal.

Tomemos un ejemplo sencillo de cada una de las áreas

Síntomas fisiológicos, somáticos o neurovegetativos: Una señora que a partir del momento en que descubre que su esposo le fue infiel en alguna oportunidad, (aunque ya no lo sea), deja de tener deseos de hacer el amor con él y cuando finalmente tiene sexo, “no siente nada”.
Quizás, ella no sepa que no lo ha podido perdonar, o que le ha perdido la confianza, pero a través de ese síntoma (genitourinario) demuestra su conflicto. Si ambos abordaran el tema, ya sea a través de charlas o de una serie de entrevistas con un psicólogo, lo más probable es que la infidelidad no se repita y que el matrimonio continúe con mayor sinceridad.

Síntomas mentales, subjetivos o cognositivos: Un joven de 17 años, que hasta hace unos meses era un excelente alumno en el colegio secundario, si bien sigue estudiando sus materias, su rendimiento es muy inferior al que venía llevando hasta ese momento. Está desconcentrado (área cognoscitiva), temeroso y preocupado frente a cada examen y de antemano cree que no va a aprobar.
Si averiguamos qué le está pasando, vemos que unos meses antes de presentar estos síntomas cortó con su primera novia y que además a raíz de una serie de circunstancias, en su infancia él se sentía “un tontito” en comparación con una hermana suya que era “brillante”. Él se siente un “tontito” desde que su novia lo dejó y actúa en consecuencia.

Síntomas comportamentales: Una señorita más bien tímida, de 22 años a partir de cierto momento perdió interés en el trabajo que venía desempeñando normalmente. Comenzó a llegar tarde y se la nota inquieta y un poco torpe (área de la conducta). Más tarde confiesa a su madre que se siente muy mal porque su jefe tiene una actitud marcadamente seductora con ella y a pesar que ella le ha dejado en claro que a la oficina sólo va porque necesita trabajar para pagar sus estudios, él la sigue molestando. Como ella no quiere perder su trabajo ha callado su incomodidad, pero ahora siente que no aguanta más y que ella sola no puede poner límites.
Es un tema de acoso laboral; por eso se decidió con cierta vergüenza a hablar con su madre porque paradójicamente se siente culpable de lo que le está pasando.
La situación planteada con el jefe la remite a la vieja situación edípica y por eso siente culpa tal como si ella la hubiera provocado.

Éstos ejemplos simples y esquemáticos muestran cómo hay que prestar atención a cambios en la conducta, en las diferentes áreas de expresión, que generan malestar, empeoran la calidad de vida y producen infelicidad.

Acerca de los tratamientos

Siempre que aparezcan síntomas de ansiedad convendrá constatar si la persona tiene hábitos perjudiciales relacionados con medidas higiénico dietéticas que cada uno puede verificar en su vida, tales como:

Consumo de café, té o mate: si es exagerado, va a producir intranquilidad, baja tolerancia a la frustración, irritabilidad, insomnio, palpitaciones, etc.
Falta de horas de sueño o descanso
Exceso de trabajo
Exceso de actividad física
Vida muy sedentaria
Poco esparcimiento
Escaso contacto social o aislamiento
Adicción a la nicotina: produce vasoconstricción, aumenta el estado de alerta, perturba el sueño, etc.
Consumo de otros estimulantes como las anfetaminas, cocaína, Cannabis, yohimbina, barbitúricos, que por intoxicación o por deprivación generan el síndrome de abstinencia.
Consumo de medicamentos que producen ansiedad, etc.
Consumo excesivo de sal excesivo -más de 5 gr diarios-, que aumenta la tensión arterial
Consumo de alcohol, que produce la eliminación de la vitamina B que es importante para el adecuado funcionamiento del Sistema Nervioso Central y Periférico

Los tratamientos para reducir la ansiedad pueden ser

2. Psicofarmacológico: indicado cuando la ansiedad es muy intensa y limitante para el desempeño cotidiano.
Si la ansiedad no es muy intensa bastará con el tratamiento psicológico, pero si produce una gran discapacidad convendrá prescribir un tratamiento integral médico-psicológico o por un equipo entrenado en problemas de ansiedad.

En casi todos los casos, quienes consideren que la actividad física les resulta placentera podrán complementar con la práctica de:
Natación: es muy relajante.
Otro tipo de ejercicios: como caminatas, gimnasia yoga, expresión corporal, etcétera.
Algunas personas se pueden ver muy beneficiadas con la práctica de la relajación y meditación.

Evitar la automedicación
Lo más importante es no automedicarse recurriendo a lo que consume un familiar o el amigo más cercano; ni siquiera con lo que le fuera indicado al ansioso en otra oportunidad, por más similar que parezcan ambas situaciones. Simplemente, porque la prescripción de medicación es algo que sólo puede determinarse a través de un buen diagnóstico y evaluación de los signos, síntomas y de la situación vital por la que atraviesa la persona.

Dicho diagnóstico pueden hacerlo tanto el médico psiquiatra como el psicólogo -y si trabajan en equipo la tarea será más adecuada.

El psiquiatra a fin de decidir la conveniencia de recetar medicación tendrá en cuenta una serie de factores como edad y sexo, la condición clínica y los antecedentes que tienen que ver con la historia vital. Con todo esto podrá hacer un diagnóstico y pronóstico y evaluar la conveniencia de medicar.

Asimismo, el médico psiquiatra es quien debe indicar la conveniencia en un momento dado de cambiar la medicación por otra según la evolución de la enfermedad; porque hay medicamentos que no se pueden interrumpir abruptamente aunque el paciente considere que ya se siente bien.

En tanto, cuando se toman remedios aunque más no sea por un tiempo dado, el paciente debe informar al médico acerca de qué otras enfermedades padece y si recibe medicación por ellas. Esto es indispensable para que el profesional evalúe las interacciones medicamentosas.

Del mismo modo, tampoco deben hacerse por cuenta propia cambios en los medicamentos o en las dosis prescritas -ni siquiera en caso de aparecer efectos adversos- sin consultar con el especialista.

La consulta se debe realizar apenas surja alguna duda

Cuando aparece la ansiedad…

Trate de descubrir qué teme exactamente que le pase y ver si en circunstancias similares, eso a lo que le teme en verdad alguna vez sucedió.

Analice qué nueva actitud puede tomar en vez de dejarse dominar por el miedo.
Observe cuál es el diálogo interno que se produce en el momento de la ansiedad del tipo: “no voy a poder con esto”, “la situación me supera” “¿y si desaparezco de aquí?”, “sólo a mí me podrían pasar este tipo de cosas”, etc.

Intente respirar profundamente y relajarse.

Intente darse cuenta de que en general la ansiedad tiene un pico máximo y después viene la calma, pero que nadie muere por ella.

Converse con un ser querido sobre el tema que le genera la ansiedad

Salga a caminar, evite el encierro.

Pruebe con una ducha o un baño de inmersión

Cuándo consultar

Genera mucho sufrimiento o limitaciones en la vida cotidiana.

No desaparece con las medidas paliativas para enfrentarla.

Provoca síntomas psicofísicos muy definidos y recurrentes, como taquicardia, insomnio, el temor a tomar un avión o un tren o subir a un ascensor; o cuando los conflictos de pareja o con los hijos se vuelven inmanejables.

Pero además cuando

Familiares o amigos le han dicho que consulte porque lo han visto mal.

Siente que no pude progresar en la vida a pesar de todos sus esfuerzos.

Teme bajar los brazos -depresión- de tanto sufrir.

Ha perdido el interés por las cosas y/o personas que antes tanto le importaban.

No está conforme con su cuerpo y exceso de peso pero no hace nada para modificarlo.

Tiene ideas negativas recurrentes o se encuentra pensando siempre en lo mismo sin encontrarle la solución -pensamiento calesita-.

Está descuidando su aspecto físico, aseo o arreglo personal.

Ha llegado a la conclusión que su vida es infeliz.

Diccionario

Nosofobia: temor a las enfermedades

Misofobia: temor al contagio o a la suciedad

Claustrofobia: temor a los lugares cerrados

Agorafobia: temor a los lugares abiertos

Tanatofobia: temor a la muerte

Pirofobia: temor al fuego

Hidrofobia: temor al agua

Talaciofobia: temor al mar

Cianofobia: temor a las puntas agudas

Acrofobia: temor a los lugares altos

Zoofobia: temor a los animales

Eritrofobia: temor a ruborizarse

Aerofobia: temor a las corrientes de aire

Homilofobia: temor a que piensen o hablen mal

Tafiofobia: temor a ser enterrado vivo

Fotofobia: temor a la luz

Escoptofobia: temor a ser visto y contemplado por otros.

Nictofobia: temor a la oscuridad

Xenofobia: temor a grupos sociales diferentes del propio.

Algofobia: temor a sentir dolor

Ginefobia: temor a las mujeres

Lalofobia: temor a hablar en público

Algunas cifras

El 33 % de los costos destinados a problemas de Salud Mental son generados por los trastornos de ansiedad.

Según la Organización Mundial de la Salud, el 25% de los pacientes vistos en clínica general presenta síntomas de ansiedad.

A lo largo de la vida, el 15% de la población desarrolla algún trastorno de ansiedad, la mayoría de los cuales afecta más a las mujeres.

Apostillas

George Bernard Shaw: “Es mejor que conserves limpia y brillante la ventana a través de la cual ves el mundo”.

Mark Twain:

“La mejor manera de resolver un problema es resolverlo”.

“Si estás preocupado de cómo deberá ser y te lamentas de cómo debió haber sido, no sabrás cómo es el ahora”.

Milton: “Sólo a partir de mi mente puedo transformar al paraíso en infierno o al infierno en paraíso”.

* Sigmund Freud: “Los hombres son fuertes cuando representan una idea fuerte; débiles cuando se oponen a ella”.

EL PSICÓPATA: UN HOMBRE ESPECIAL DEL QUE CONVENDRÁ………¡HUIR!

Sunday, November 9th, 2008
Son encantadores, románticos y persuasivos; pero también…mentirosos, tramposos y dañinos. ¡Aprenda a detectarlos!

Después de años de análisis del comportamiento de los hombres, Susan Forward estableció que existen distintos tipos, como el “sociopático” y que nosotros llamaremos “psicopático”.

Lo que los excita, lo que mayor satisfacción les produce es engañar a la mujer que los ama y se juega por ellos y… lo hacen sin la más mínima preocupación por el daño o el dolor que puedan causarle.

A pesar de que juren y perjuren, los psicópatas tienen pocas posibilidades de cambiar; y si por “naturaleza” engañan a todo el mundo: ¿por qué no lo harían también con su propia mujer?

Veamos cuáles son sus características, para saber si hemos convivido con alguno de ellos sin darnos cuenta, y también conozcamos cómo hacerles frente, ya sea para continuar con la relación o para alejarnos definitivamente.

La gran mayoría se caracteriza por ser:

Locuaces y persuasivos.
Impulsivos e inquietos. Se aburren con facilidad y necesitan estimulación constante.
Expertos en declaraciones de amor y de devoción para obtener lo que desean.
Incapaces de manifestar sentimientos de culpa o angustia.
Especialistas en hacer hipócritas promesas de enmendar su comportamiento si son descubiertos en mentiras.
Incapaces de aprender de experiencias previas.
Expertos en culpar siempre a los otros por sus errores.
Incapaces de vínculos estrechos, pues engañan reiteradamente a su pareja.
Insisten en obtener apoyo y comprensión incondicionales; y responden a los cuestionamientos con acusaciones de no ser amados.

H. Cleckey brinda da una serie de criterios diagnósticos:

Inexistencia de alucinaciones o de pensamiento irracional.
Ausencia de nerviosismo o de manifestaciones neuróticas.
Encanto y notable inteligencia.
Egocentrismo patológico e incapacidad de amar.
Gran pobreza de reacciones afectivas básicas.
Vida sexual impersonal, trivial y poco integrada.
Falta de sentimientos de culpa y de vergüenza.
Indigno de confianza.
Insinceridad.
Incapacidad para seguir un plan de vida.
Conducta antisocial sin remordimiento.
Amenazas de suicidio raramente cumplidas.
Falta de capacidad para aprender de la experiencia.
Irresponsabilidad en las relaciones.
Conducta fantástica y tendencia al consumo de alcohol y drogas.

Kurt Schneider, describe diferentes tipos:
Hipertímicos
Depresivos
Inseguros
Fanáticos
Necesitados de estima
De ánimo lábil
Explosivos
Desalmados
Abúlicos
Asténicos

Pero, en situaciones críticas son sumamente eficaces.
Fue Susan Forward quien comparó la actitud del psicópata con la del escorpión, al que se considera paradigma de traición.

Según ella, los psicópatas mienten porque en el fingimiento y engaño…reside su “esencia”.

Pero ellas también tienen lo suyo…

Ellos engañan una y otra vez, pero ellas… insisten en creerles!.
En realidad se da una complementación perfecta entre un hombre que no concibe la vida sin un poco de riesgo, encanto y acción y una mujer que por no haber elaborado viejos conflictos infantiles relacionados con la idealización de padres omnipotentes, termina “durmiendo con el enemigo”.

¿Qué hacer: seguir o cortar la relación?

Para Forward la psicoterapia tradicional es ineficaz con los psicópatas, dado que carecen de los elementos internos fundamentales, necesarios para cualquier tipo de experiencia terapéutica exitosa. Y entre ellos está la capacidad de simbolizar sus necesidades antes de llevarlas a la acción.

Si un hombre con estas características decidiera consultar a un psicoterapeuta intentaría convencerlo, de que él maneja sus conflictos. Y aún en tratamiento, mentiría sobre su historia, su presente y sus dificultades e intentaría seducir al profesional.
En el hipotético caso de que iniciara una terapia, lo haría a raíz de problemas sexuales o por algún desengaño afectivo; pero jamás con la idea de producir una cambio.

La autora dice: “Casi toda mujer involucrada con un sociópata, en algún momento, reconoce que no puede seguir siendo su pareja. A veces, ocurre de repente, cuando algún acontecimiento origina una crisis final. Puede ser el descubrimiento de una cuenta bancaria vacía, la notificación de rescatar una hipoteca que él juró que estaba pagando, enterarse de otra infidelidad después de prometer ser leal, etc.” .

Contacto cero

Habitualmente quien demanda tratamiento para mejorar su autoestima y dejar de sufrir es la mujer que convive y se da cuenta de que su relación ha sido el peor “negocio” de su vida.

Después de dejar a uno de estos hombres, lo más recomendable para la salud mental será concentrarse en aspectos prácticos hasta que él se haya ido definitivamente, ya que su presencia impedirá y saboteará cualquier intento de curación.

Enfermos de la conciencia

Según Forward, entender a los psicópatas puede convertirse en una especie garantía para evitar involucrarse con ellos en el futuro.
Mientras existen personas enfermas del cuerpo o de la mente, hay otras que padecen de la conciencia, caso específico de los sociópatas.
Este tipo de hombre tiene grandes carencias y, sin embargo, puede ser el mejor amante del mundo y el hombre más romántico con el que una mujer haya estado jamás. Pero, a pesar de la fascinación que producen y del aura de emoción y drama que generalmente los rodea, son incapaces de amar. Actúan sin preocupación por nadie ni por nada, excepto su propia gratificación.

Algunas cuestiones

1. Causas de las conductas psicopáticas
Según el “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales”, el trastorno se llama: Trastorno antisocial de la personalidad, cuyo patrón es el desprecio y la violación de los derechos de los demás.

Pertenece al grupo B que incluye:
a. Trastorno antisocial
b. Trastorno límite de la personalidad
c. Trastorno histriónico.
d. Trastorno narcisista de personalidad

Los sujetos que pertenecen al grupo B son dramáticos, emotivos e inestables.
Como en las neurosis y psicosis, en el origen de las psicopatías intervienen factores heredobiólógicos y psicosociales.
En las familias de los psicópatas abundan los alcohólicos, los drogadictos, histéricos y los antisociales.

Características fisiológicas estudiadas por el Dr. R. Hare (Libro: “Sin conciencia”, 1993) revelan que “el cerebro del psicópata está menos lateralizado, sus funciones lingüísticas están menos concentradas en el hemisferio izquierdo y sus funciones emocionales, están menos localizadas en el hemisferio derecho”.

Según Hare, su personalidad se relaciona más con la ausencia de miedo y ansiedad que con factores cognitivos y motivacionales y conduce al psicópata al no prever que sus transgresiones sociales serán sancionadas.
Los factores heredobiológicos son la condición necesaria pero no suficiente para la conformación de una personalidad psicopática.

Factores psicosociales como:
a. El desamparo infantil, producto de la separación de los padres y por el alejamiento del padre del hogar (más que por muerte).
b. La falta de cariño o el rechazo relativo de uno o ambos padres.
c. El ser un hijo no deseado y a veces castigado.
d. Procedimientos educativos inadecuados, por defecto o por exceso: normas contradictorias, sanciones inoportunas y arbitrarias, malos ejemplos de socialización en los padres.
e. Modalidad familiar de actuar impulsivamente en vez de realizar acciones diferidas.
f. Dificultades para sobrellevar la angustia y la culpa en el plano mental en vez de actuarla.
g. Inadaptación a la realidad y la pretensión de que la realidad se adapte a sus deseos infantiles.

2. ¿Sociópatas o psicópatas?
Los psicópatas perturban el orden social. Actúan y hacen actuar a los demás. Como no son conscientes de sus conflictos infantiles, los repiten impidiendo adaptarse a las normas que, en una cultura determinada rigen las relaciones interpersonales. Se manejan con códigos propios. Más que antisocial su conducta es asocial, según Freyhan.
Por eso muchos autores los denominan sociópatas en vez de psicópatas.

A diferencia de los neuróticos que sufren ellos mismos, los psicópatas hacen sufrir los demás.
Son personalidades que:
a. Presentan anestesia afectiva con la falta de culpa.
b. No hay aprendizaje a través de la experiencia.
c. No responden al premio o al castigo.
d. Su conducta es crónica e irreversible.
e. Tienen una incapacidad total o parcial de diferenciar entre el bien y el mal.

3. La manera de manifestar su comportamiento, ¿es intencional, consciente o inconsciente?
Su conducta responde a un tipo de personalidad; “un modo de ser y actuar respecto de sí y de los demás”. No están calculando fríamente cómo actuar. Generalmente, tienen la capacidad de intuir o adivinar la dinámica intrapsíquica del otro para identificarse, conocer sus puntos vulnerables y sus urgencias a fin de aparecer ante los ojos de su víctima como un “salvador”. Luego a través de esta relación especular, consiguen vaciar al otro de sus “bondades” en beneficio propio. Todo este mecanismo es en parte inconsciente y en parte consciente. Pero como para ellos no está clara la diferencia entre el bien y el mal y aunque fuera totalmente consciente, aunque advirtieran el daño al prójimo, igual lo harían, porque esto les da sensación de triunfo y dominio.

4. ¿Qué responsabilidad tiene la mujer que lo acompaña en el desarrollo de este tipo de personalidades?
El partenaire del psicópata, suele ser una persona depresiva, dependiente o fóbica con tendencia a idealizar las características que le faltan como: audacia o ausencia de miedo, arrogancia, autoafirmación, tendencia a la satisfacción inmediata de los deseos, falta de escrúpulos, falta de sentimientos de culpa y autorreproche, omnipotencia.
La compañera es ciega a este tipo de patologías porque necesita una persona que le dé sensación de seguridad, de poderío, de ausencia de temor a la muerte y a las sanciones sociales.

La pareja, por su déficit en el proceso de individuación tarda en advertir que está siendo usada, no respetada en sus derechos más básicos y avasallada; y por no perder a su “socio” tolera cada día más, a costa de tergiversar la realidad del vínculo de sometimiento que tiene con él.
Cuando lo advierte puede llegar a reaccionar con violencia y furia.

5. Un psicópata, ¿puede tratarse y cambiar?
En principio, para que una persona consulte con un psicólogo es porque siente angustia o culpa, o cierta molestia por su inadaptación social. Pero, estas personas, generalmente tienen éxito social ya que nuestra sociedad parecería premiar a este tipo de personas avasalladoras, arrogantes, simpáticas, decididas, etc.

Según las estadísticas el 3 % de la población masculina y el 1% de las mujeres en los países occidentales sufre este trastorno. Nuestra cultura fomenta “el éxito a cualquier precio”. Pero como en todo cuadro, hay gradientes que van desde el “psicópata integrado a la sociedad” que tiene la habilidad de ocultar su enfermedad, camuflarse y aparecer como normal (y cuando no “benefactor” de la sociedad aunque sean personalidades perversas), hasta los sociópatas delincuentes que pueblan las cárceles, de bajo nivel intelectual y de socialización.
Ni unos ni otros piden ayuda, salvo que su psicopatía no sea muy marcada y pidan ayuda por otro problema.

6. En caso afirmativo, ¿cómo se trabaja con ellos?
En el hipotético caso de la consulta y dado que no responden al temor a la sanción social pero sí necesitan ser estimados, se puede trabajar con ese aspecto de su personalidad.
Desde ya que cuando sea posible, convendrá llevarlos al recuerdo de las situaciones conflictivas no resueltas de la infancia para que no las dramaticen en el plano de la acción.
En última instancia, es preciso restablecer un código de ética y facilitar los mecanismos de identificación y empatía con el otro.

7. ¿Qué seduce de ellos?
Las mujeres tímidas, culposas, con tendencia a fracasar en sus relaciones interpersonales por sus características psicológicas de temor y apego pueden creer que si estuvieran acompañadas por un hombre de las características mencionadas, estarían a resguardo de los peligros que entraña la vida. Con un psicópata se pueden sentir seguras y protegidas, sin advertir que son tratadas como una parte de ellos, como una “cosa” y para fines ajenos a los propios. Creen que están con un “bon vivant” que les puede enseñar a vivir sin temores. La relación es totalmente especular y a pura pérdida para ellas. Deberían analizarse.

8. ¿Ellos son victimarios absolutos?; ¿cuáles son sus temores y debilidades?; ¿qué esconden este tipo de personalidades?
En la medida en que están deficientemente socializados y no tienen un patrón de conducta que permita discriminar entre el bien y el mal y que por su trastorno tienen anestesia afectiva, son victimarios más allá de que se lo propongan. En realidad no saben actuar de otro modo.
Este tipo de personalidad esconde ansiedades psicóticas (primarias, desorganizantes, etc.).
Se compara al psicópata con el enfermo psicosomático, en el sentido que tanto uno como el otro, si no desarrollaran estos comportamientos se psicotizarían. Temen quedar expuestos a los perseguidores, ser humillados, ser vaciados de contenidos valiosos, y depender de alguien que los esclavice de por vida.

9. ¿Qué son los psicópatas?
Los psicópatas no son ni locos, ni cuerdos: son simplemente personalidades anormales, que tienen una especial manera de ser y de relacionarse con los demás que desentona con el resto de una comunidad determinada.
Ellos son diferentes porque tienen necesidades diferentes que satisfacer y por eso utilizan recursos poco habituales para su satisfacción.

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