LOS ATAQUES DE PÁNICO SON LA VEDETTE DEL MUNDO “PSI”

Las enfermedades de la crisis han generado un aumento de las consultas médicas y psicológicas y del consumo de ansiolíticos.
La mayoría de los pacientes presenta síntomas que se generan o se potencian por las presiones cotidianas.
El estrés laboral, algunas veces promovido por el mobbing o acoso laboral; la ansiedad generalizada; los ataques de pánico; la agorafobia; la depresión, la hipertensión y la gastritis son los más frecuentes.

El desempleo que no cede; en muchos casos, los exiguos salarios y la tan temida recesión son parte de la realidad socioeconómica argentina que conspira contra las esperanzas nuestras de cada día.
Se percibe en cada lugar o grupo con los que se tome contacto. Y esta situación no podía dejar de repercutir en nuestro cuerpo y estado mental: las consultas a médicos, psiquiatras y psicólogos por síntomas relacionados con el estrés, la angustia, el insomnio y las preocupaciones, aumentan cotidianamente y con ellas, el consumo de ansiolíticos y antidepresivos.

Si bien la venta total de medicamentos con receta en Argentina se redujo en los últimos 2 años alrededor de un 7 %, la venta de tranquilizantes creció entre el 8 y el 9 % y la de drogas destinadas a las enfermedades coronarias subió un 1,5 %.
La venta de Tranquinal que suele indicarse en el trastorno de pánico, aumentó un 8 por ciento en el último año, registrando un récord histórico.
Todos los especialistas están de acuerdo en que la mayoría de los pacientes presentan actualmente, síntomas que se generan o potencian con las presiones cotidianas.
Son los más frecuentes: los trastornos de ansiedad y del sueño, los ataques de pánico, la depresión, la hipertensión arterial, la taquicardia, la gastritis, las contracturas musculares y los eccemas de la piel.

Testimonio de una paciente de 35 años:
“Comenzó hace 10 años. Estaba sentada durante un seminario en un hotel y esta sensación surgió repentinamente. Sentí que me estaba muriendo. Para mí, un ataque de pánico es casi una experiencia violenta. Siento que me estoy volviendo loca; que estoy perdiendo el control totalmente. Mi corazón late con fuerza; todo parece irreal y tengo una terrible sensación de catástrofe inminente. Entre un ataque y otro tengo miedo de que los ataques se repitan. Y tratar de escapar a estas sensaciones de pánico me agota”.

¿Qué son los ataques de pánico?

Según la American Psychiatric Association las crisis de angustia o ataques de pánico (panic attaks) y la agorafobia son manifestaciones que pueden aparecer en el curso de una serie de trastornos de ansiedad tales como: el trastorno de angustia con o sin agorafobia; la agorafobia sin historia de trastorno de angustia; la fobia específica; la fobia social; el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC); el trastorno por estrés postraumático; el trastorno por estrés agudo; el trastorno de ansiedad generalizada; el trastorno debido a enfermedad médica; y el trastorno de ansiedad inducido por sustancias.
Las crisis de angustia se caracterizan, según el DSM IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) por “la aparición súbita de síntomas de aprensión, miedo pavoroso o terror, acompañados habitualmente de una sensación de muerte inminente”.
Pero queda claro que en cada uno de los trastornos antes mencionados, si las condiciones de vida o factores de estrés (internos o externos) empeoraran podrían aparecer los temibles ataques de pánico.
Estas crisis pueden repetirse periódicamente ocasionado gran limitación en las actividades cotidianas por temor a padecer un nuevo episodio, creando así, ansiedad anticipatoria.

¿Qué es el pánico?

Es una vivencia de miedo intenso o terror, que genera una sensación tal de descontrol que se percibe como que podría llevar a un desmayo, a la locura o a la mismísima muerte. Estas vivencias, junto con una serie de síntomas que luego describiré, se producen súbitamente; alcanzan su pico máximo a los 10 minutos pudiendo durar de 20 a 30 minutos; producen una urgente necesidad de escapar; pero sólo se dan en personas predispuestas. Las crisis de pánico suelen llevar a un deterioro laboral, que se reflejará en ausentismo, disminución de la productividad y consecuente desempleo.

Características de las crisis
Para que hablemos de “crisis de pánico” deben aparecer al menos 4 de los 13 síntomas siguientes, que agruparemos, siguiendo al Dr. A. Cía en:

  • A. Síntomas fisiológicos o somáticos:
    • 1. *Palpitaciones o taquicardia.
    • 2. *Sudoración
    • 3. *Temblores o sacudidas
    • 4. *Sensación de ahogo o disnea o hiperventilación
    • 5. Sensación de atragantamiento
    • 6. Opresión o malestar torácico
    • 7. Náuseas o molestias abdominales
    • 8. Inestabilidad, mareo (aturdimiento) o sensación de desmayo
  • B. Síntomas cognoscitivos:
    • 9. Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo)
    • 10. Miedo a volverse loco o a descontrolarse
    • 11. Miedo a morir
  • C. Síntomas fisiológicos o somáticos:
    • 12. Parestesias (hormigueos o entumecimientos)
    • 13. Escalofríos o sofocaciones
    • Cuando las crisis presentan menos de 4 síntomas son crisis sintomáticas “limitadas.”
    • Los marcados con asterisco (*) son los más importantes.

¿Mundo “psi” o emergencias médicas?

Dada la predominancia de los síntomas somáticos sobre los cognoscitivos, el paciente que no tiene aún un diagnóstico de certeza de trastorno de ansiedad supone que se trata de un problema clínico, cardiológico o neurológico y por eso se dirigirá muy probablemente, a un servicio de emergencias médicas. Y está bien que así lo haga porque mientras no se descarten problemas orgánicos, convendrá tomar ese camino.
Sólo cuando se descarten otras patologías que pueden dar síntomas similares (angina de pecho, infarto de miocardio, prolapso de válvula mitral con arritmia, hipertiroidismo, hiperparatiroidismo, trastornos comiciales, etc.), el paciente podrá ser asistido de manera integral por un médico psiquiatra y un psicólogo entrenados en trastornos de ansiedad. Aunque desde ya que en algunos casos puede haber comorbilidad con los trastornos antes mencionados.

¿Cómo se clasifican las crisis de angustia?

Según el contexto en que aparecen se clasifican en:

  • 1. Inesperadas o espontáneas: son aquellas en las que el comienzo de la crisis no se relaciona con estímulos ambientales que pueden interpretarse como causales o desencadenantes. Suelen darse en el trastorno de angustia con o sin agorafobia.
  • 2. Situacionales: en ellas las crisis de angustia aparecen casi inmediatamente después de la exposición a un estímulo atemorizante o por su sola anticipación imaginaria. Suelen darse en la fobia social (durante una fiesta o antes de llegar) y en las fobias específicas (al ver una serpiente, una araña, etc.).
  • 3. Más o menos relacionadas a situaciones determinadas: se presentan algunas veces frente a la exposición a estímulos probablemente ansiógenos como por ejemplo viajar en un avión o en un tren. Suele darse en la agorafobia.

Cuando las crisis son un trastorno…

Para hablar de “trastorno de pánico” deben darse ataques de pánico inesperados recurrentes y además uno de ellos debe ser seguido de uno o más de los siguientes síntomas:

  • A. Inquietud persistente frente a la posibilidad de que aparezcan nuevas crisis.
  • B. Preocupación por las consecuencias de los ataques.
  • C. Cambio de la conducta relacionada con las crisis

La mayoría de los trastornos de pánico conducen a una agorafobia, es decir al miedo más o menos o permanente a estar solo, desamparado o imposibilitado de recibir ayuda frente a un ataque de pánico y a no poder escapar de la situación. Los que padecen agorafobia tienen una serie de limitaciones como dejar de trabajar, de estudiar o de llevar una vida plena. Por eso de la agorafobia se suele pasar a la depresión y con ésta aumenta el riesgo de suicidio.

Edad y sexo; causas y evolución.

El trastorno de pánico puede aparecer en cualquier clase social, cultura o raza, pero siempre será preponderante en las mujeres en una relación de 3 a 4. Generalmente comienza entre los 25 y los 30 años, pero en algunos casos la edad de inicio es en la adolescencia.
Su aparición depende (para el Dr. Julio Moizeszowicz) de factores neurobiológicos (vulnerabilidad somática), psicológicos (traumas psíquicos por abuso físico o sexual antes de los 5 años), “que alterarían el patrón neurobiológico” y ambientales, que oportunamente: serán gatillados por desencadenantes:

  • 1. Psicológicos: la sobreexigencia, el estrés y los conflictos intrapsíquicos.
  • 2. Físicos: el exceso de actividad corporal y el consumo exagerado de sustancias adictivas (como el café, el alcohol, las anfetaminas, el Cannabis, los barbitúricos y la cocaína, que por intoxicación o por deprivación que generan el síndrome de abstinencia) o medicamentos que producen ansiedad.

La crianza del panicoso estuvo marcada por padres que habrían tenido una actitud sobreprotectora pero con escaso cuidado en lo que se refiere a la expresión de las emociones y a un real acercamiento afectivo.
El porcentaje (prevalencia) de personas afectadas de este trastorno de por vida, oscila entre el 2 y el 5%. O sea, que en Argentina podrían padecerlo más de 1 millón de personas, teniendo en cuenta que la mayoría están subdiagnosticadas.
La evolución suele ser crónica y discapacitante si no se trata adecuadamente.
Los intentos de suicidio, oscilan entre el 7% y el 42% según diversos autores.

¿Cómo se trata?

Ante todo partiendo de un diagnóstico precoz; pero hay que tener en cuenta que por la variedad de los síntomas, la brusquedad con que se presentan y la predominancia del carácter somático de los mismos, puede tardarse alrededor de 7 años en llegar a un diagnóstico correcto.
El tratamiento debe ser integral y debe reunir al menos a un psiquiatra que indique la medicación más apropiada según el caso y a un psicólogo entrenado en trastornos de ansiedad que trabajen en equipo.
No se descarta la posibilidad de que se indiquen terapias complementarias como los ejercicios de relajación, el yoga o la meditación.
Además de esto es fundamental la información al paciente y a su grupo familiar sobre las características de la enfermedad para que sepan cómo controlar los ataques y colaborar con el tratamiento.
La remisión suele durar un par de años aunque los resultados comienzan a advertirse al cabo de unos meses.