El ESTRÉS, UNO DE LOS MALES DE FIN Y COMIENZOS DE SIGLO

Según la opinión de uno de los médicos más reconocidos en el tema, el Dr. M. Casas del Servicio de Psiquiatría y Medicina Psicosomática del Instituto Universitario Dexeus-BCM-Barcelona Medical Center, a comienzos de siglo la gente moría por ciertas enfermedades tales como la malaria, la gripe, la viruela o la peste bubónica.
Pero actualmente las dolencias que más daño causan, son aquellas que actúan más lentamente y por acumulación. Ejemplos de ello son las cardiopatías, los cánceres y las enfermedades cerebro-vasculares.
Esto ha llevado a los investigadores a revisar las causas de las enfermedades actuales, encontrándose que sospechosamente, los estados emocionales y en particular los factores de estrés crónicos e intensos promueven o agravan muchas de las enfermedades de curso lento y prolongado.

¿Pero qué es exactamente el estrés?

Fue el médico canadiense Hans Selye quien, en 1940 habló por primera vez del mismo: “se debe entender por estrés al proceso físico, químico o emocional productor de una tensión que puede llevar a la enfermedad física.”
Para el Dr. M. Casas durante el mismo “se produce una activación hipotálamo-hipofisiaria que en poco tiempo colmará el torrente sanguíneo de sustancias indispensables para promover dicha respuesta: liberación de adrenalina, noradrenalina y gluco-corticoides desde la glándula suprarrenal, estimulación del páncreas para la secreción de glucagón, aumento de la prolactina, progesterona, tetosterona, insulina y la hormona de crecimiento entre otros más específicos”.
Todos los cambios tienen por finalidad posibilitar la respuesta ante a una situación amenazante, facilitando conductas de huída o combate (flight or fight).
“El organismo debe movilizar la glucosa hacia los grandes grupos musculares; se incrementa el ritmo cardíaco, aumenta la presión sanguínea y se acelera la respiración para cubrir el aporte de oxígeno”. Y así como algunos sistemas se activan, otros de poca utilidad en la emergencia, se detienen: el impulso sexual disminuye en ambos sexos; se inhibe el sistema inmunitario; la percepción del dolor se embota; se deterioran ciertas funciones intelectuales y mejoran otras; se colapsa la digestión y la sensación de hambre desaparece e incluso el crecimiento puede quedar estancado”.
Dado que el organismo desde su historia evolutiva está preparado para reaccionar a situaciones de diversa índole (por su capacidad de adaptación a las mismas) puede soportar factores de estrés aislados. Pero el daño (no sólo para su salud física sino también psíquica) se produce cuando los factores de estrés provienen desde distintas áreas (conyugal, laboral, de las relaciones paterno-filiares, económicas, ambientales, etc.) con intensidad, frecuencia y duración marcadas.
Es allí donde aparecen los trastornos por ansiedad, los trastornos depresivos, los trastornos de la conducta alimentaria, los trastornos del sueño como el insomnio, la dependencia de sustancias tóxicas y hasta la esquizofrenia, según algunos autores (Huida A. Akil e Inés Morano).

La psicoterapia es el método más idóneo para combatir el estrés en la medida en que promueve el fortalecimiento psíquico de la persona que habrá de afrontar los avatares de la vida especialmente vertiginosa, propia de los grandes conglomerados urbanos.
No obstante en la era de los psicofármacos se tiende a buscar soluciones rápidas de apariencia milagrosa que barran con la angustia generada por las frustraciones y los conflictos sin resolver.

Vivimos bajo la presión de la inmediatez, sin mirar las consecuencias desastrosas que la paz en comprimidos producirá no sólo en nuestro organismo sino también en la imagen que generamos de nosotros mismos como seres impotentes o incapaces de dar cuenta de nuestros propios actos.

El primer paso en el manejo del estrés es su identificación o reconocimiento.
Generalmente no se puede evitar la aparición de situaciones que han de funcionar como gatillo para el estrés porque suelen ser impredecibles. Pero, al menos se podrá reducir su duración e intensidad y a veces su repetición, analizando la situación desde una perspectiva diferente de la habitual mediante el intercambio interpersonal que brinda el enfoque psicoterapéutico.