MÉDICO DE CABECERA … ¿Y PSICÓLOGO DE CABECERA? UNA “VUELTA A LAS FUENTES”

El sistema del “Médico de Cabecera” que ha sido institucionalizado en las obras sociales y entidades de Medicina prepaga, oficializa una modalidad existente en otros países, en particular en los E.E.U.U. y representa en cierto modo “una vuelta a las fuentes”, reivindicando la vieja figura del médico generalista o médico de familia. Éste era la persona de confianza para el enfermo y su grupo familiar pues combinaba de manera adecuada, su vasta preparación científica, con cierta bonhomía.

El objetivo principal de esta vuelta al médico de cabecera por parte de las instituciones de salud, es el de obtener el mejor aprovechamiento de los recursos humanos existentes a fin de evitar las consultas innecesarias o dirigidas al especialista incorrecto.

Para el enfermo, la figura del “Médico de Cabecera o de Familia” constituye una ayuda apreciable al posibilitarle, como sucedía hace algunos años, poder contar con un consejero que vele por sus intereses y colabore desde ese lugar, en la toma de importantes decisiones que hacen al cuidado de la salud del paciente y de su grupo familiar.

En odontología existe una problemática similar, y algunas instituciones de salud, ya han incorporado la figura del “Odontólogo de Cabecera” como la del encargado de establecer una relación con el paciente y de decidir las derivaciones a los diferentes especialistas.

Ahora bien ¿qué sucede con la Salud Mental? En algunos sistemas de salud, sean éstos los de Medicina prepaga como los de las obras sociales, existe la figura del Coordinador en Psicología o del Admisor, que realiza el contacto inicial con el paciente, y decide su rumbo ulterior en función de la patología diagnosticada o presumida.

El Coordinador puede ser un médico psiquiatra o un psicólogo con experiencia en el empleo de nomenclaturas diagnósticas tales como las del “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales” o DSM-IV y familiarizado con las distintas opciones terapéuticas del área psicológica.
Su función, cuando no está bien definida puede constituir una traba burocrática para el acceso a los especialistas. Pero cuando se respetan las reales expectativas de los pacientes, la satisfacción del usuario aumenta.

¿Y en qué consisten las expectativas de los pacientes? En que se les dedique el tiempo necesario para la comprensión de su problemática; en recibir adecuado asesoramiento sobre posibles tratamientos; en la detección de otras patologías no manifestadas en el momento de las consultas iniciales a fin de realizar la prevención primaria oportuna; en una adecuada orientación que les permita tomar las decisiones que hacen al restablecimiento de su Salud Mental y la de la familia, etc.
Una vez descartada la patología clínica o neurológica aún quedan por cumplirse varias etapas en la elección de un psicoterapeuta.

En las instituciones pequeñas probablemente la elección será sencilla, y estará basada en la disponibilidad de profesionales en la zona geográfica de interés. Pero sería bueno que las instituciones pudieran ofrecer mejores alternativas a sus afiliados, si es que realmente quieren mejorar la calidad de la atención. Lo apropiado sería poder cubrir no sólo las especialidades sino las subespecialidades, en este caso, las psicológicas.

La elección del psicólogo

La elección del Psicólogo tiene dos componentes. Uno subjetivo, que se basa en la calidad de la relación terapeuta-paciente que se establezca, llámese rapport, feeling u “onda”.
Para lograr esta buena relación, el paciente suele solicitar un terapeuta con determinadas características personales.

Si bien en teoría ésta no influyen en el resultado final del tratamiento, la preferencia del paciente es un factor a considerar.

El componente objetivo tiene que ver con las diferentes orientaciones psicológicas. No existe una modalidad terapéutica superior a las demás. Todas varían en su efectividad de acuerdo con el caso, y con la capacidad de quien las lleva acabo. Pero las mayores chances de éxito ocurren cuando el profesional practica la especialidad para la cual está mejor preparado, en el paciente más receptivo a la misma. Por eso es importante manejar toda la información posible antes de decidir el inicio de un tratamiento.

El “Psicólogo de Cabecera”, Admisor o Coordinador psicológico, puede poner al servicio del paciente la información sobre los profesionales de un equipo dado, ayudarlo en cuestiones que no sabe o no puede manejar, basándose en sesiones donde se establezca una verdadera relación de confianza que permita al consultante explayarse en cuestiones sumamente íntimas tanto sobre sí como sobre terceros; preguntar sobre honorarios, horarios, tendencia teórica, etc. a fin de que la indicación sea la correcta y se aprovechen los recursos humanos disponibles al máximo.

El “Psicólogo de Cabecera” debería también ser “la persona de referencia” a la cual el paciente ya en tratamiento podría consultar en busca de una “segunda opinión” y de un eventual replanteo terapéutico.

Creemos que la figura del “Psicólogo de Cabecera”, si se la implementa adecuadamente, puede mejorar la calidad de la atención y darle la jerarquía que se merecen a las especialidades de la Salud Mental.

La elección del psicólogo según las subespeciliadades

El “Psicólogo de Cabecera” o “Psicólogo Coordinador”, es el profesional quien al cabo de algunas “sesiones exploratorias” (en las cuales es optativa la administración de tests psicológicos), arriba a un diagnóstico presuntivo o de certeza que le permitirá la derivación al especialista más adecuado para el consultante.

Durante este proceso si sospecha la existencia de afecciones orgánicas originales o agregadas a los trastornos psiquiátricos, remitirá al Médico de Cabecera para su diagnóstico y/o tratamiento.

Cuando la problemática es claramente psicológica, la derivación del paciente la hará a otro profesional del área, teniendo en cuenta no sólo los factores de índole subjetiva, como la calidad de la relación terapeuta – paciente que se establezca, sino también las Subespecialidades Psicológicas.
Las mismas constituyen el componente objetivo más importante en la elección del psicólogo, habida cuenta de que las mayores chances de éxito se dan cuando el profesional practica la subespecialidad para la que está mejor preparado, en el paciente receptivo a la misma.

De allí el gran valor que tiene manejar toda la información posible antes de decidir el inicio de un tratamiento.

¿Pero cuáles son las Subespecialidades Psicológicas?

He aquí un listado posible de Subespecialidades Psicológicas.

1 – Subespecialidades psicológicas por patología (siguiendo, en líneas generales, la clasificación que hace la American Psychiatric Association).

  • “Trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia”.
  • “Trastornos amnésicos y otros trastornos cognoscitivos”, no debidos a delirium o demencias.”
  • “Trastornos mentales” no “debidos a enfermedad médica”.
  • “Trastornos relacionados con (el abuso de) sustancias”.
  • “Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos”.
  • “Trastornos del estado de ánimo”

2 – Trastornos de ansiedad”.

  • “Trastornos somatomorfos”.
  • “Trastornos facticios”.
  • “Trastornos disociativos”
  • “Trastornos sexuales y de la identidad sexual”.
  • “Trastornos de la conducta alimentaria”.
  • “Trastornos del sueño”.
  • “Trastornos del control de los impulsos”.
  • “Trastornos adaptativos”.
  • “Trastornos de la personalidad”

Subespecialidades Psicológicas por características del objeto de estudio:

Niños
Adolescentes
Adultos
Adultos mayores
Parejas
Familias
Grupos
Instituciones
Comunidades

Subespecialidades psicológicas por áreas o temas a tratar:

Psicoprofilaxis obstétrica
Psicología forense
Psicoterapia del divorcio y/o rematrimonio
Adopción de menores
Psicología educacional
Pacientes con patologías orgánicas y/o terminales
Orientación vocacional-ocupacional
Psicología laboral
Psicoprofilaxis quirúrgica
Violencia familiar
Marketing
Políticas y Administración en Salud Mental
Prevención del suicidio
Psicología del deporte
Psicología social

Subespecialidades psicológicas por metodología:

Psicodiagnóstico
Psicoterapia breve
Psicoanálisis
Psicodrama
Psicoterapia centrada en el paciente
Psicoterapia de apoyo
Psicoterapia cognitiva
Psicoterapia existencial
Psicoterapia gestáltica
Psicoterapia sistémica
Hipnoterapia
Terapias alternativas o complementarias

Si bien estas “subespecialidades” no responden a las especialidades desde un punto de vista estrictamente académico, tal como se imparte la enseñanza de la Carrera de Psicología en las diferentes Universidades de nuestro país, en la práctica profesional institucional y privada, los psicólogos se van especializando en aquellos temas que generalmente responden a sus propios intereses y aptitudes.
Por ello, es de esperar que cada profesional tenga mayor experiencia y adecuada información sobre aquellas áreas con las que más ha estado en contacto. Así, la información y trayectoria suelen reflejarse en el grado de excelencia alcanzado en la tarea.
No sólo es importante tener en cuenta el grado de satisfacción que obtiene el paciente sometido a tratamiento, sino también la evaluación que el propio profesional hace de su labor, pues “a posteriori” redundará en mejoramiento de la eficacia terapéutica.
No obstante lo expuesto, algunas metodologías son aptas para ser empleadas en diversas patologías, objetos de estudio y áreas o temas. Por esto es posible que un profesional pueda, en teoría, dedicarse a diversas “subespecialidades” si varias de ellas canalizan sus motivaciones.
En las Instituciones de Salud, siempre será conveniente que un “Psicólogo de Cabecera”, coordine las derivaciones a los subespecialistas, luego de un primer contacto con el consultante a fin de administrar los recursos humanos y económicos adecuadamente.
Las normas básicas que han de guiar el accionar del “Psicólogo de Cabecera” son similares a las que orientan al Médico de Cabecera:

  • La promoción y prevención de la Salud Mental, además de su rehabilitación.
  • La consideración de los contextos familiar y comunitario.
  • La ponderación de los factores socioeconómicos y culturales además de los estrictamente psicológicos.
  • El respeto por las cuestiones éticas y el beneficio final del paciente y de su entorno.
  • La responsabilidad tanto del coordinador del equipo de subespecialistas en Salud Mental como la de intercambiar con especialistas de otras disciplinarias (la Interdisciplina).
  • La conveniencia de la participación en la planificación y puesta en marcha de políticas de Salud Mental