El AMOR CRÍTICO, UN PELIGRO EN LA PAREJA

(RPP Noticias)

Portada sitio Ciudad.com.ar y link a Clarín
“No entiendes nada sonso”, “tontita”, “eres mi bebé”, algunas de estas expresiones resultan “amorosas” pero llevan consigo una descalificación. En algunas parejas la agresión sutil menoscaba la autoestima de los dos. Pero ¿cómo salir de esa situación?

En ciertas ocasiones al interior de la pareja se agrede sutilmente al otro. Es muy común que la persona agredida no advierta que esto sucede y lo tome como natural. Uno de los integrantes de la pareja utiliza palabras “livianas” o hipercríticas que terminan socavando la autoestima del otro.

“Esto se da en vínculos en los que, generalmente, uno de ellos se siente superior, entonces trata de denigrar a su pareja. Se sienten inseguros y compiten o tienen miedo a que los abandonen, quieren dominar la relación entonces descalifican”, así lo afirma Nélida Gastaldi, Licenciada en Psicología de la Fundación Centro de Investigación y Asesoramiento en Psicología.

Estas personas no toleran las relaciones afectivas basadas en la simetría ni en la igualdad de derechos y oportunidades. “No establecen relaciones de empatía y la pareja suele ser un objeto de sus necesidades de poder”, afirma Iris Pugliese Licenciada en Psicología y codirectora del Centro Psicoanalítico Argentino.

Los agredidos suelen acostumbrarse a los maltratos que pueden ser físicos o psicológicos. “generalmente son personas que ya pasaron por esta situación similar en su vida, con la familia, en sus vínculos más tempranos y por ese motivo han elevado su umbral de tolerancia al dolor o sufrimiento emocional. Por ese motivo pueden soportar una carga emocional inusual y su baja autoestima les hace suponer que son merecedores del maltrato”.

Si la persona no tiene un entorno social puede quedar atrapada en esa vivencia y termina creyéndose que es como dice su pareja. “Evita salir, empieza a querer pasar desapercibida pero no porque quiera sino porque teme ser descubierta en esa minusvalía.

Esto al mismo tiempo, en su mundo interno, le genera mucho malestar se vuelve agresiva con esa persona, siente resentimiento para con el resto de las personas. Al no expresarlo termina haciendo crisis en su cuerpo con situaciones somáticas bastante significativas, se comienza a enfermar psíquica o físicamente”.

“Una persona sana frente a las reiteradas actitudes hipercríticas de su pareja, intenta poner las cosas en su lugar defendiendo sus puntos de vista e intereses personales, y si no lo consigue se aleja de esa relación. No admite que su pareja le jure o perjure cambios de actitud que son meras quimeras. Advierten las mentiras y los intentos de manipulación”.

En una dinámica enfermiza, la persona dominante goza de derechos y atribuciones que le permiten disfrutar de libertad para desenvolverse socialmente. “Mientras que la persona subyugada, gira como un satélite alrededor del otro, pero acompañando el devenir del otro, sin fuerza propia. La persona dependiente, no es capaz de sobresalir en la vida porque tampoco es capaz de salir adelante sola. No se conoce a sí misma; actúa en función del otro”.

La única manera de terminar con la agresión es la de fortalecerse uno mismo a través de un tratamiento psicológico. “Si la agresión se puede advertir de entrada y enfrentar, es posible que el juego de fuerzas se equilibre. De lo contrario, lo más saludable es romper el vínculo que se suponía “amoroso”. Siempre es conveniente intentar comprender las causas de un vínculo sometido-sometedor a fin de no repetir experiencias que erosionan la personalidad”.