El AUTOBOICOT ¿TANTO ESFUERZO PARA ARRUINARLO?

Portada Ciudad.com.ar y link a Clarín, 23/08/2005

Por Cecilia Galli

“Los que fracasan al triunfar” son personas que una vez que alcanzan un éxito buscado, lejos de disfrutar de su logro, experimentan cierta sensación de fracaso psicológico, profesional, emocional y aún personal.

Ella trabajó como nunca para llegar al puesto de sus sueños: si lo lograba, no sólo tendría a su cargo toda el área de personal de su empresa y una posición económica mucho mejor sino que, además, sus logros serían reconocidos. Pero una vez que consiguió el ascenso, comenzó a sentirse mal, ansiosa, vacía…
“Los que fracasan al triunfar –explica la psicóloga Iris Pugliese, co-directora del Centro Psicoanalítico Argentino- son personas que una vez que han logrado un éxito determinado, que puede ser una conquista amorosa largamente esperada o una promoción profesional de mayor responsabilidad, prestigio y retribución económica, lejos de disfrutar del éxito, experimentan cierta sensación de fracaso psicológico, profesional, emocional y aún personal”.
Y observa que estas personas viven una paradoja: mientras la gente busca tener logros por sus consiguientes sentimientos de satisfacción y placer, algunas personas, lejos de sentir alegría una vez obtenida la realización de sus deseos, comienzan a sentir ansiedad, se desorganizan, o se enferman somáticamente y no se tranquilizan hasta haber hecho añicos tales logros.
“Otra forma de pensar en lo mismo –reflexiona Víctor Michelón, psicólogo- se da con tantos hombres jóvenes, altamente competitivos y capaces que alcanzan un éxito laboral inmenso, pero ¿a qué precio? Infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares, ruinas económicas sorpresivas que los devastan, tragedias familiares que apenas logran resistir. O ese ejemplo tan arquetípico de los suicidas que tan bien se conoce en lo popular: quien se pega un tiro en medio de un resonante éxito, o quien se mata en un accidente vial”.
“Este fenómeno –dice Pugliese- tiene relación con el sentimiento de que algo es demasiado bueno para ser cierto”.

¿Pero por qué estas personas no son capaces de disfrutar el triunfo que han alcanzado gracias a su trabajo y que por lo tanto, se merecen?
“Este dramático rasgo de carácter descripto por Freud, está basado en una dinámica inconsciente que tiene que ver con la posición de ese futuro saboteador en la situación edípica –dice Iris Pugliese-. Freud explica el fenómeno como la consecuencia de una equiparación inconsciente entre el éxito en la adultez y una supuesta victoria sobre el progenitor del sexo opuesto, en la niñez”.
Para estas personas, el éxito real en la vida adulta, deberá ser luego sancionado como si se tratara de un crimen edípico, con su consecuente sentimiento de culpa. La psicóloga aclara que este rasgo de carácter tiene su fundamento en la sexualidad infantil y el Complejo de Edipo.
Iris Pugliese explica que se supone que los niños que están destinados a ser futuros saboteadores de su propio éxito han sido niños con un gran talento natural. Estos dones facilitarían sus potenciales logros. “El primer éxito experimentado por el niño –relata- es la situación de haber logrado muy tempranamente ser los preferidos de su madre. Las fantasías de exclusiva posesión de la madre, se acompañaron de grandes dificultades para separarse de ella. Si la madre los prefirió o no en realidad más que al padre, no se puede saber. Pero lo que está claro es que el vínculo con la madre en la niñez y que aún perdura inconscientemente es intenso y exclusivo. Ellos se sienten en el centro de la vida de su madre; se sienten sobrevalorados por ella. El padre es percibido como impotentemente furioso por haber sido excluido de la díada madre-hijo”.

“Los que fracasan al triunfar –continúa Pugliese- perciben al padre como muy agresivo e intensamente envidioso del vínculo madre-hijo, mientras que sienten a la madre como intrusiva y demandante de atención y gratificación. En la adultez, este vínculo es experimentado como pegajoso, por lo que en la adolescencia el joven hará desesperados esfuerzos para separarse como un pseudoadulto en un intento de romper el lazo con la madre”.

Según la explicación de la especialista, cuando estas personas acceden al éxito, la excitación narcisística, la imagen de sí mismos como triunfadores edípicos y paralelamente la de ser como una parte valiosa del cuerpo de la madre, es excesivo para la barrera de la represión contra los deseos incestuosos: “ser exitoso de una manera tan apasionante es demasiado arriesgado. Cuando se sabotean, simbólicamente se castran a sí mismos, pero mágicamente dejan de ser el codiciado falo de madre, sintiéndose por fin autónomos”.

“El éxito –concluye la psicóloga- representaría seguir siendo una parte de la madre; el fracaso es percibido como únicamente propio”.

Y explica que al sabotearse a sí misma, la persona exitosa busca destruir la meta conseguida, por el profundo malestar o culpa que lo asalta. Sólo el psicoanálisis puede ayudarlo a reconocer los motivos inconscientes de su actitud y no sólo preservar el logro obtenido, sino permitir que la persona pueda ir alcanzando nuevas metas acordes con su capacidad, creatividad y perseverancia.

“No está de más agregar que el modo a través del cual se accedió a una situación exitosa, si bien poco tiene que ver con los conflictos de la infancia, contribuirá a que la persona se sienta digna, merecedora de su logro y lo pueda sostener a la vez que disfrutar”, -finaliza.
http://www.ciudad.com.ar/ar/AR_Nota_2005/0%2C3813%2C2605%2C00.asp