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¿CÓMO ES TU PAREJA?

Tuesday, August 30th, 2005
Ciudad Internet y link a Clarín, 30 /08/2005
Sección Relaciones
Por Cecilia Galli
Si bien para muchos siguen muy vigentes los modelos de parejas tradicionales, hay cada vez más personas que eligen estilos diferentes.

Cada pareja es un mundo: y en cada una rigen reglas diferentes. De acuerdo a las preferencias y necesidades de cada una se forman, cada vez con mayor frecuencia, estilos variables.

Parejas “bien constituidas”

La psicóloga explica que en estas parejas la mujer tiene escasa participación en las decisiones, pero a cambio de esas restricciones se exalta su función de esposa y madre-educadora de los hijos. “Es la representante del bello sexo, hada del hogar, debe obediencia al marido y tiene poca o nula independencia económica e intelectual aunque muchas veces administra el dinero en el hogar”. Pugliese se refiere a las parejas en las que los dos integrantes disfrutan igualdad de status como parejas informales.
La especialista observa que mientras este modelo tiende a desaparecer, permanece como ideal en lo inconsciente generando conflictos conyugales en las parejas jóvenes.
El psicólogo Víctor Michelón, por su parte, explica que luego de que se constituye la pareja, surgen problemas de convivencia: “los seres humanos amamos y odiamos al mismo tiempo; hay una ambivalencia en nuestros sentimientos que es totalmente normal”. Y dice que cuando los integrantes de la pareja se conocen, se aceptan mutuamente, y aceptan los problemas propios de la convivencia, aparece la pareja constituida (en el sentido literal).
“Entre ellos tienen algo en común –explica Michelón-. Hay un proyecto de vida por delante, un lugar compartido, gustos en común y cosas de apego que hacen que la pareja siga adelante.”
“Además –destaca el psicólogo- el matrimonio es la primera red de apoyo social, lo que se llama red vincular. Esta red sirve para apoyar a los integrantes de la pareja, e incluso mejora el sistema inmune.”

Parejas informales

Y sucede algo curioso: al no haber un contrato matrimonial, la pareja tiende a cuidar más la relación desde lo afectivo en el día a día.
La psicóloga explica que estas parejas están constituidas por jóvenes con estudios superiores, y que en el 40 por ciento de los casos formalizan el vínculo con la llegada de los hijos.
“Son relaciones simétricas en lo manifiesto en cuanto al ejercicio del poder y a la posibilidad de trabajar –dice la psicóloga-; pero cuando tienen hijos, la mujer se repliega en el hogar hasta que pueda retomar su actividad años más tarde”. Y aclara que si bien la relación es diferente a la del modelo tradicional, aún subsiste la división del trabajo anterior en el hogar y el cuidado de los niños suele ser tarea prioritaria de la madre, aunque el hombre colabore.

Parejas atípicas

Según la especialista, las mujeres involucradas en este tipo de vínculo suelen tener dificultades para asumir la función materna de un modo tradicional, pero la calidad del vínculo con los niños mejora a medida que crecen y se vuelven autónomos.
Los hombres involucrados en esta relación, por su parte, suelen tener un desempeño laboral irresponsable o de escaso reconocimiento social y se manejan mejor en el ámbito doméstico.

Parejas “puertas afuera”
Este tipo de uniones suele conservar el romanticismo propio del noviazgo. Y como no hay convivencia, no se produce el desgaste cotidiano. Víctor Michelón enumera, entre los motivos para formar una pareja en la que cada integrante vive en su propia casa, por oposición a un hogar común, razones económicas, o la presencia de hijos de relaciones previas, el hecho de que los integrantes puedan ser demasiado jóvenes y prefieran vivir separados para no perder ciertos beneficios de la soltería, o que la persona estima que sus capacidades no son adecuadas para cumplir un rol de pareja.
Para Iris Pugliese, este tipo de relación suele ser propiciada por mujeres que se han sentido explotadas en experiencias matrimoniales previas, o que quieres preservar su actividad laboral. Y explica que este tipo de uniones “son expresión de una tendencia creciente hacia el mantenimiento de la individuación en las relaciones amorosas. Eso sí –advierte- no son aptas para personas celosas”.

Parejas a distancia

“Es muy fácil enamorarse de una idea mental que se tiene de alguien”, opina Víctor Michelón. Para el psicólogo, las relaciones a distancia son un tipo de amor platónico, que se vuelve más deseable gracias a la distancia. Pero que, una vez que la personas se encuentran, corre el peligro de terminarse rápidamente.
“Podemos suponer que el tener un amor con impedimentos trasforma la relación en un amor de novela, tipo Romeo y Julieta –agrega Pugliese-. La escasez de contactos no sólo prolonga la etapa de idealización de comienzos de una relación, sino que puede indicar que se trata de personalidades con cierto grado de temor al contacto físico o bien decididamente de fobias sociales”.
Los dos especialistas están de acuerdo en que en las relaciones de este tipo, los integrantes suelen mostrar (y ver del otro) solamente sus características más agradables, lo que contribuye aún más a la idealización del otro.

link a nota original: http://www.ciudad.com.ar/ar/AR_Nota_20/0%2C3813%2C2681%2C00.asp

El AUTOBOICOT ¿TANTO ESFUERZO PARA ARRUINARLO?

Tuesday, August 23rd, 2005

Portada Ciudad.com.ar y link a Clarín, 23/08/2005

Por Cecilia Galli

“Los que fracasan al triunfar” son personas que una vez que alcanzan un éxito buscado, lejos de disfrutar de su logro, experimentan cierta sensación de fracaso psicológico, profesional, emocional y aún personal.

Ella trabajó como nunca para llegar al puesto de sus sueños: si lo lograba, no sólo tendría a su cargo toda el área de personal de su empresa y una posición económica mucho mejor sino que, además, sus logros serían reconocidos. Pero una vez que consiguió el ascenso, comenzó a sentirse mal, ansiosa, vacía…
“Los que fracasan al triunfar –explica la psicóloga Iris Pugliese, co-directora del Centro Psicoanalítico Argentino- son personas que una vez que han logrado un éxito determinado, que puede ser una conquista amorosa largamente esperada o una promoción profesional de mayor responsabilidad, prestigio y retribución económica, lejos de disfrutar del éxito, experimentan cierta sensación de fracaso psicológico, profesional, emocional y aún personal”.
Y observa que estas personas viven una paradoja: mientras la gente busca tener logros por sus consiguientes sentimientos de satisfacción y placer, algunas personas, lejos de sentir alegría una vez obtenida la realización de sus deseos, comienzan a sentir ansiedad, se desorganizan, o se enferman somáticamente y no se tranquilizan hasta haber hecho añicos tales logros.
“Otra forma de pensar en lo mismo –reflexiona Víctor Michelón, psicólogo- se da con tantos hombres jóvenes, altamente competitivos y capaces que alcanzan un éxito laboral inmenso, pero ¿a qué precio? Infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares, ruinas económicas sorpresivas que los devastan, tragedias familiares que apenas logran resistir. O ese ejemplo tan arquetípico de los suicidas que tan bien se conoce en lo popular: quien se pega un tiro en medio de un resonante éxito, o quien se mata en un accidente vial”.
“Este fenómeno –dice Pugliese- tiene relación con el sentimiento de que algo es demasiado bueno para ser cierto”.

¿Pero por qué estas personas no son capaces de disfrutar el triunfo que han alcanzado gracias a su trabajo y que por lo tanto, se merecen?
“Este dramático rasgo de carácter descripto por Freud, está basado en una dinámica inconsciente que tiene que ver con la posición de ese futuro saboteador en la situación edípica –dice Iris Pugliese-. Freud explica el fenómeno como la consecuencia de una equiparación inconsciente entre el éxito en la adultez y una supuesta victoria sobre el progenitor del sexo opuesto, en la niñez”.
Para estas personas, el éxito real en la vida adulta, deberá ser luego sancionado como si se tratara de un crimen edípico, con su consecuente sentimiento de culpa. La psicóloga aclara que este rasgo de carácter tiene su fundamento en la sexualidad infantil y el Complejo de Edipo.
Iris Pugliese explica que se supone que los niños que están destinados a ser futuros saboteadores de su propio éxito han sido niños con un gran talento natural. Estos dones facilitarían sus potenciales logros. “El primer éxito experimentado por el niño –relata- es la situación de haber logrado muy tempranamente ser los preferidos de su madre. Las fantasías de exclusiva posesión de la madre, se acompañaron de grandes dificultades para separarse de ella. Si la madre los prefirió o no en realidad más que al padre, no se puede saber. Pero lo que está claro es que el vínculo con la madre en la niñez y que aún perdura inconscientemente es intenso y exclusivo. Ellos se sienten en el centro de la vida de su madre; se sienten sobrevalorados por ella. El padre es percibido como impotentemente furioso por haber sido excluido de la díada madre-hijo”.

“Los que fracasan al triunfar –continúa Pugliese- perciben al padre como muy agresivo e intensamente envidioso del vínculo madre-hijo, mientras que sienten a la madre como intrusiva y demandante de atención y gratificación. En la adultez, este vínculo es experimentado como pegajoso, por lo que en la adolescencia el joven hará desesperados esfuerzos para separarse como un pseudoadulto en un intento de romper el lazo con la madre”.

Según la explicación de la especialista, cuando estas personas acceden al éxito, la excitación narcisística, la imagen de sí mismos como triunfadores edípicos y paralelamente la de ser como una parte valiosa del cuerpo de la madre, es excesivo para la barrera de la represión contra los deseos incestuosos: “ser exitoso de una manera tan apasionante es demasiado arriesgado. Cuando se sabotean, simbólicamente se castran a sí mismos, pero mágicamente dejan de ser el codiciado falo de madre, sintiéndose por fin autónomos”.

“El éxito –concluye la psicóloga- representaría seguir siendo una parte de la madre; el fracaso es percibido como únicamente propio”.

Y explica que al sabotearse a sí misma, la persona exitosa busca destruir la meta conseguida, por el profundo malestar o culpa que lo asalta. Sólo el psicoanálisis puede ayudarlo a reconocer los motivos inconscientes de su actitud y no sólo preservar el logro obtenido, sino permitir que la persona pueda ir alcanzando nuevas metas acordes con su capacidad, creatividad y perseverancia.

“No está de más agregar que el modo a través del cual se accedió a una situación exitosa, si bien poco tiene que ver con los conflictos de la infancia, contribuirá a que la persona se sienta digna, merecedora de su logro y lo pueda sostener a la vez que disfrutar”, -finaliza.
http://www.ciudad.com.ar/ar/AR_Nota_2005/0%2C3813%2C2605%2C00.asp