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EL AMOR DESPUÉS DEL AMOR

Thursday, January 13th, 2005
Por María Inés Viturro
13/01/2005
El proyecto de que la pareja cambie a nuestra imagen y semejanza
Cuando se comienzan a notar las diferencias en la pareja, algunas mujeres intentan cambiar al hombre, pero a veces –si lo logra- es otra quien se beneficia con el cambio.

Luego del primer enamoramiento –que según los expertos tiene fecha de caducidad a los dos años, y según las experiencias más cercanas con suerte llega a los 6 meses-, la relación empieza a verse diferente. La vida ya no se ve color de rosa y una tras otra van surgiendo a la superficie las fallas de aquel señor que hasta el momento era el hombre perfecto. Se viste mal, come peor y no hace el mínimo esfuerzo para que la relación avance otro nivel.
Y en esa instancia, muchas mujeres toman las riendas e intentan lo imposible: cambiarlo.
“No sé si empieza como un proyecto de cambiarlo, sino que hay cosas que te molestan y pensás que el amor todo lo puede. Entonces intentas transformarlo. Te pasa con hombres que no se quieren comprometer emocionalmente. De pronto te das cuenta que no va a cambiar y lo dejás o te deja. Y acto seguido se pone de novio con otra y el tipo que nunca pudo tener un proyecto con vos se casa el mes próximo”, cuenta Ana Sánchez, de 33 años.
Pero ¿por qué intentamos cambiar al hombre del cual nos enamoramos?
“En principio nunca se percibe al otro tal cual es sino a través de nuestra subjetividad.
Cuanto más reciente sea una relación, más estará teñida por el enamoramiento inicial que todo lo idealiza y vuelve perfecto. Cuando tal estado cede por el mero transcurrir del tiempo y de las experiencias que se suceden en él, se empiezan a distinguir rasgos del otro y de la relación que no satisfacen. Y es allí donde algunas mujeres suponen que lo mejor será intentar cambiar al hombre y transformarlo en la imagen ideal que tenían previamente de una pareja” explica la Lic. Iris Pugliese, psicóloga.
Lorena Rizzo de 27 años recuerda las discusiones que mantenía con su ex novio porque éste dedicaba sus fines de semana a los amigos “ se iba los viernes a jugar al póker, y armaba salidas grupales en las que terminábamos siendo al menos cuatro. Yo lo intenté todo: planteos racionales, escenas frenéticas pero él seguía en la misma. Un día, me dejó, porque según él necesitaba libertad. Perdí muchos meses de mi vida intentando cambiarlo”.
En estas ansias de modificar al otro se esconde a menudo un espíritu posesivo que linda con lo mesiánico. “A muchas mujeres les cuesta despegarse de un vínculo, y cuando obtienen una relación medianamente satisfactoria lo único que quieren es apegarse al otro e intentar cambiarlo. En estos casos la relación se puede transformar en una relación materno – filial y el “cambiado” estaría hecho a imagen y semejanza de quien lo hizo. O sea que se trataría de una tarea mesiánica. Si luego el hombre prefiriera a otra mujer que nada tiene que ver con su transformación, significará que no tolera las relaciones incestuosas”, explica Pugliese.
Y para no perder tiempo ni desgastar las relaciones, lo lógico según Pugliese sería aceptar las cosas tal cual se dan: “Yo creo que es improbable que una mujer pueda cambiar a un hombre o viceversa.
Si un hombre no se quiere comprometer es que esa relación no va, hasta ahí llegó el amor, y hay que aceptarlo. Hay que tener un vínculo relativamente desapegado con el otro”.
Y claro, lo más sabio sería optar por lo más simple, dejar de intentar cambiar al hombre y cambiar de hombre.