Archive for March, 2002

CÓMO LOGRAR QUE LA PRIMERA CITA NO SEA LA ÚLTIMA

Friday, March 22nd, 2002
REVISTA LUNA Nº 925. EDITORIAL PERFIL.
Conociéndose
Hicimos una reunión con nuestras lectoras y todas estuvimos de acuerdo: el primer encuentro con un hombre es decisivo. Una palabra inadecuada de él, una camisa de color estridente, una actitud chocante pueden hacer que esa cita sea de debut y despedida. Sin embargo, quizás podría llegar a gustarnos si tuviéramos la oportunidad de conocerlo más. Cómo evitar que una primera impresión, a lo mejor errónea, haga fracasar una relación con posibilidades de futuro.

A Mirta Gandolfo (35), secretaria en una clínica, por fin, después de más de un año de miraditas e insinuaciones, la invitó a salir el atractivo médico cardiólogo con el que trabajaba. Era un apuesto señor de 40 que se había separado hacía tres años y cuya historia Mirta conocía muy bien porque, trabajo de por medio, ya habían tenido largas sesiones de confesiones mutuas. La cita fue en la casa de él. Se consideraba un buen cocinero y quería homenajearla con un plato de “pastas del autor”.
Mirta se puso la mejor ropa interior y se perfumó. Tenía con él la confianza suficiente como para que pasara algo.
Cuando llegó, él ya había preparado la mesa, había encendido velas y había puesto música suave. Todo estaba listo para una cena romántica con final previsible.
Mirta pensó que un trago de buen vino terminaría de ponerlos en clima. Sin embargo, antes de sentarse a la mesa, el apuesto doctor sacó de la heladera un tetrabrik de leche de soja, una bebida que consideró sana, inofensiva y muy adecuada para la ocasión. “El alma se me cayó a los pies -asegura Mirta- pero le di una segunda oportunidad y festejé el desabrido sabor de sus pastas sin sal.”
Pero la performance del doctor no repuntó en toda la noche. “Cuando terminamos de comer -continúa Mirta- levantó los platos y los llevó a la cocina, limpió obsesivamente las miguitas y, para rematarla, se dirigió resuelto nuevamente a la cocina, se calzó unos guantes de goma color naranja y se puso a lavar. ¡Guantes de goma color naranja!…Diez minutos después del café me fui. No hubo una segunda vez, aunque hacía más de un año que fantaseaba con él”.
Usar guantes de goma para lavar los platos después de una cena romántica no es un delito penado por la ley. Tampoco tomar leche de soja. Sin embargo, estas dos actitudes pueden convertir un encuentro en un rotundo fracaso.
¿Hay que dejarse guiar por la primera impresión? ¿Son suficientes estas actitudes para sacar conclusiones desastrosas acerca del hombre que nos invitó a salir? ¿Conviene dar una segunda oportunidad aunque, como dice Mirta, el alma se nos haya caído a los pies?.

HOMBRES NECIOS

LUNA hizo una reunión de lectoras acerca del tema y las conclusiones fueron contundentes: quien más quien menos, todas las mujeres tenemos en nuestro haber una larga lista de fracasos estruendosos en el primer encuentro.
Sintonizar con un hombre, es decir, usar el mismo código, utilizar el mismo lenguaje es algo más difícil de lo que parece.
Esto lo sabe muy bien María Bufano (mendocina, confiesa más de 40 pero no quiere dar precisiones, es actriz y profesora de tai-chi ). A ella entender el código del otro le resultó casi imposible. Y no era para menos, salió con un chino. Durante un año fue su profesor de artes marciales, hasta que un día la llamó por teléfono y le dijo que tenía que hablar con ella. María pensó que se trataba de algo relacionado con las clases. “Me dijo con mucha seriedad y sin preámbulos -cuenta María- que en China el hombre mira mucho tiempo a una mujer antes de tomar una decisión, que él me había observado y había tomado una decisión. Y así, de buenas a primeras, me preguntó si quería ser su novia. Me quedé fría. Le pregunté qué quería decir exactamente, porque yo no sabía si el entendía el alcance que tenía la palabra novio en español. Para nosotros es un tipo de relación muy formal. Pero él sabía muy bien lo que quería decir novio y me estaba haciendo una propuesta formal. A mí me gustaba, pero nunca me había atrevido a fantasear con una relación porque él no me demostraba nada. Pero, según parece, en China es así, te observan y después te sueltan a boca de jarro lo que piensan. No supe qué contestar, aunque me sentí halagada. Igual, luego de esa declaración la relación tardó mucho en comenzar. Me sentía rara. Por un lado todo era más lento, más tranquilo. Pero, por otro, tenía mis dudas acerca de qué cosas podríamos compartir y que cosas no”.
No es necesario tener una primera cita con un hombre chino para sentir que hablamos lenguajes diferentes. En realidad, todos tenemos lenguajes distintos aunque hablemos el mismo idioma. Por eso resulta a veces tan difícil entenderse en el primer encuentro. Lo explica muy bien la licenciada Andrea Churba, coordinadora pedagógica de la Escuela Argentina de Programación Neurolingüística. En efecto, cada persona se maneja en un determinado tipo de código. Hay personalidades predominantemente visuales, tactiles, olfativas, auditivas o kinésicas, (relacionadas con el movimiento). “La persona en la que tiene más relevancia lo visual -asegura Churba- es una persona que mira mucho porque percibe el mundo de ese modo. Aunque en el mundo haya todo tipo de estímulos, ella recogerá, sobre todo los visuales. Más que escuchar o sentir, mira. Necesita gráficos, gestos, dibujos. Por eso, si se combina con una persona visual una cita, lo mejor es anotarle la hora y la dirección del lugar, para que pueda visualizarla”.
Seguramente Lorena Iñíguez (26, decoradora ) tiene una personalidad de tipo visual. “Yo soy decoradora -dice- así que a mí me importa que un tipo sea buen mozo. Por supuesto, no sólo me importa eso, pero en el primer encuentro eso es muy importante”. También Anabel Rodríguez (23, diseñadora de indumentaria) parece ser predominantemente visual: “nunca me pasó, pero no soportaría que en la primera cita un tipo se apareciera con unas medias verdes con rombos color fucsia. No sé, creo que ahí me muero. Y tengo una amiga a la que le pasa lo mismo, pero con otras cosas. Por ejemplo, si el chico con el que se va a encontrar llega con sandalias franciscanas o con mocasines sin medias, para ella murió. Puede parecerse a Brad Pitt, pero para ella ya no tiene chance”.
Pero es cierto que la primera impresión es la que vale. ¿Cuál es la verdadera importancia de esos pequeños detalles que hacen que, apenas lo empezamos a tratar, nos enamoremos como locas o tengamos ganas de salir corriendo?

CONCILIAR CÓDIGOS

Puede un detalle superficial como unas sandalias franciscanas arruinar una posible relación. La respuesta es sí, si somos predominantemente visuales.
“Esto tiene que ver con las creencias que determinan nuestra percepción de la realidad -explica Churba-. Cuando una mujer ve a un hombre con unas sandalias franciscanas y para ella es muy importante lo que ve, instantáneamente le agrega un sentido. Pero, en realidad, este sentido puede no tener nada que ver con el hombre que tiene frente a ella. Éste sentido tiene que ver con su historia personal. Entonces empieza a percibir a ese hombre desde ese pequeño detalle. Si una amiga le preguntara cómo le fue en su primera cita quizás le contestaría que ese hombre no le gustó porque es un colgado.
Ella relaciona el hecho de ser colgado con las sandalias franciscanas. Nuestras creencias, es decir, nuestros sistemas representacionales, hacen, por un lado, que pongamos el foco en unas cosas o en otras y, por otro, que distorsionemos la realidad.”
Cuando logramos poner en segundo plano nuestra tendencia a ver la realidad de tal o cual manera, es decir, cuando hacemos entrar otros elementos en la imagen que nos formamos de una persona, podemos lograr que una relación que parecía imposible prospere.
Anabel, predominantemente visual, tuvo la oportunidad de darse cuenta de que juzgar a una persona por su aspecto puede constituir un impedimento para conocer sus virtudes.
“A mi novio lo conocí en el trabajo -cuenta-. Yo soy diseñadora de modas y me fijo mucho en la ropa. Él se vestía muy formal, con camisa y saco, pero combinaba pésimo las corbatas. Cuando se vestía más informal, me parecía horroroso. Sin embargo, luego de más de un año de hablar con él y de ser muy amigos, terminé enamorándome. Cuando lo conocí bien ya no me importó cómo se vestía. Pero creo que si no lo hubiera conocido bien y se me hubiera aparecido en una primera cita vestido como lo hace habitualmente, no le habría dado ninguna chance. Yo me imaginaba saliendo con un morocho de 1,80 y él no tiene nada que ver con eso. Además, se viste pésimo. Sin embargo me enganché hablando”.
Para Patricia Constanzo (41, locutora), quizás predominantemente olfativa, lo primero que cuenta en un hombre es que huela bien. “Me ha pasado de encontrarme con un hombre visualmente muy atractivo pero que no olía como a mí me gusta. Esto incluso tiene que ver con lo cultural. Nosotros somos de lavarnos muchísimo y de usar mucho perfume y los europeos no. Y para mí eso es excluyente. Tiene que haber una química con la otra parte y si a vos no te gusta el olor del otro, es muy difícil que eso se dé.
Sin embargo, Patricia reconoce que hay otros elementos que pueden evaluarse en una primera cita y que son independientes de que esa persona nos haya gustado o no de manera inmediata. La química inicial puede modificarse en el curso del encuentro. “Una vez estaba con un hombre que me había parecido muy agradable y venía todo bien hasta que me contó que había tenido tres parejas sucesivas y que con las tres había tenido hijos. Y yo me dije “un hombre que va dejando hijos desparramados por el mundo, no es para mí y ésa fue la última vez que lo vi”.
En una primera aproximación, según parece, se produce una superposición de impresiones. Y estas impresiones tienen tanto que ver con nuestra forma de percibir el mundo como con nuestras expectativas respecto de la relación que puede ofrecernos el hombre que tenemos frente a nosotras.

PALABRAS DE AMOR

Graciela Echauri Pulido (54, dermocosmiatra) escuchó en su primera cita exactamente lo que quería escuchar. Lo que él dijo colmó de tal manera sus expectativas que se casó con el hombre que había pronunciado las palabras mágicas. Graciela estaba en un convento e iba a tomar los hábitos, pero no estaba del todo decidida. Hacía relativamente poco tiempo había muerto su madre y ella estaba deprimida y enferma. Decidió abandonar el convento y postergar la decisión de ser monja hasta que pudiera ver más claro lo que le sucedía. El día que salió del convento, se cumplía un aniversario de la muerte de su madre. Sus amigas la llevaron a bailar. Yo tenía 19 años -cuenta Graciela- y era muy pudorosa. Dejé de bailar con un chico porque me apretaba demasiado. Me sacó a bailar otro. Estábamos bailando y yo le cuento que se cumplía ese mismo día un aniversario de la muerte de mi mamá. Lo que me dijo me conmovió tanto que me enamoré (todavía, al recordarlo, los ojos se le llenan de lágrimas.)
El me dijo: “Justo el día que perdiste al ser que más te quiso en la vida encontraste a otro que te va a querer con la misma intensidad.” Me casé con él a los 13 meses. Y seguimos casados todavía.
Como lo evidencia la historia de Graciela, para llegar al corazón de una mujer parecen existir llaves mágicas. Quizás ella le da más importancia a lo que escucha que a cualquier otra cosa y se encontró con la persona que le dijo exactamente aquello que quería escuchar.
Otras historias, en cambio, indican que una actitud equivocada o un color disonante pueden levantar un muro en la comunicación con la persona que acabamos de conocer.
Afortunadamente, según la licenciada Churba, es posible sintonizar los códigos para tratar de entenderse. Pero para que esto suceda es necesario tomar conciencia de qué tipo de personalidad tiene una y cuáles son las restricciones de percepción que esa personalidad le impone. Si somos capaces de sobreponernos a nuestras propias limitaciones y le damos al otro una segunda oportunidad, es probable que una relación que creíamos imposible tenga probabilidades ciertas de desarrollarse y crecer.

LO QUE NOS SEDUCE

• Que sea muy atento.
• Que llegue puntualmente a la cita.
• Que muestre interés por lo que le contamos.
• Un buen perfume, sin excesos.
• Que sonría, que demuestre buen humor.
• Que tome la iniciativa, es decir, que sepa dónde llevarnos a comer o a tomar un trago, pero también que nos consulte si nos gusta el programa que armó.
• Que no trate de apurar los tiempos para llegar al sexo y que no se muestre como un baboso.
• Que sea prolijo y discreto en su manera de vestir. Que tenga lindas manos. Que sea espontáneo. Nada suena más falso ni aleja más que un discurso de seducción prefabricado.

EL RANKING DE LAS ACTITUDES MASCULINAS MÁS ODIADAS

• Que sea muy charlatán y no nos deje ni siquiera meter un bocadillo durante toda la salida.
• Que tenga anillos, pulserita o cadenita con colgante.
• Que use la camisa abierta a lo Sandro y haga ostentación de ser un hombre de pelo en pecho.
• Que no sea cuidadoso con el arreglo personal, (los zapatos sin lustrar, las uñas comidas o los dedos manchados de tinta).
• Que masque chicle.
• Que quiera llevarnos a la cama de inmediato. Poco se puede esperar de un hombre que no quiere tomarse el trabajo de seducirnos. El derecho a la intimidad hay que ganárselo.
• Que se aparezca con jogging y zapatos náuticos y medias de toalla un sábado a las 19.
• Que ame combinaciones estridentes (por ejemplo, pantalón rojo con remera amarilla).
• Que en la primera cita nos proponga que cada uno pague lo suyo.
• Que se las dé de galán que siempre gana.
• Que nos cuente con lujo de detalles la operación de hernia que le hicieron hace tres años para demostrar que es un tierno.
• Que hable de la ex poniéndose en víctima.
• Que nos aburra contándonos detalles de su trabajo, por ejemplo, la fórmula de todos los remedios de plaza en el caso de que fuera farmacéutico.
• Que en el primer encuentro íntimo descubramos que tiene un agujero en la media.

EL JUEGO DE ENCONTRARSE
Por la Licenciada Iris Pugliese, psicóloga

En una prima cita se ponen en juego una serie de fantasías que tienen que ver con la necesidad de hacer un cambio en la vida sentimental, de revertir la soledad, de encontrar el alma gemela, ya que no es fácil estar sola, sobre todo en una sociedad cada vez más hostil y exigente.
La urgencia por encontrar pareja depende de la edad. Pasados los 30 las mujeres comienzan a sentir la presión social de tener un compañero, de formar una familia. Si una persona es muy vulnerable a pautas establecidas como la edad en que debería casarse o el tipo de hombre que debe encontrar, se sentirá más infeliz si no puede cumplir con esos mandatos.
Convenir una primera cita, sin embargo, siempre es algo esperanzador. Indica que a pesar de las características personales o de las malas experiencias del pasado, vale la pena volver a intentar. El encuentro se puede vislumbrar como algo pasajero pero placentero o como algo capaz de perdurar en el tiempo.
La mujer espera que el hombre le guste y a su vez, gustarle a él. Pero hay que tener en cuenta que la primera cita es sólo un principio de acuerdo y que puede haber mucho tiempo por delante para saber si se ha dado con la persona indicada.

FRASES MORTALES QUE NUNCA DEBERÍAN PRONUNCIAR

• “Conmigo los domingos no cuentes porque voy a la cancha”.
• “Vivo con mi papá y mi mamá” (tiene 40) o “Volví a mi cuarto de soltero en la casa de mis viejos” (se acaba de separar y tiene hijos).
• “No hay ravioles como los que prepara mi vieja”.
• “No salgo con una mujer que use minifalda”.
• “Ojo, no te vayas a enamorar de mí. Estoy saliendo de una relación muy difícil y no me siento en condiciones de tener un compromiso con nadie.”
• “Deberías bajar de peso, me gustan las mujeres muy delgadas” o “Adoro las rubias” (una es morena de piel aceitunada y pelo negro).
• “No me gusta que la mujer sea discutidora y me contradiga. Una mujer tiene que ser femenina”.
• “Susana (su ex) usaba tu mismo perfume. Me haces acordar a ella”.

¿AMOR A PRIMERA VISTA?

30% De los hombres cree que el amor nace del conocimiento mutuo.
70% De los hombres cree en el flechazo.
Fuente: Manual de Instrucciones para comprender a los hombres, Giles d´Ambra, Circe.
Infografía Perfil.

ELLOS Y LAS CITAS

54% Consideran natural que una mujer invite a cenar a un hombre.
46% Sueñan con ser seducidos
Fuente: Manual de instrucciones para comprender a los hombres. Pilles d´Ambra, Circe.

QUÉ SIGNIFICA LA SOLTERÍA PARA ELLOS

2 % Más dinero para uno mismo.
7 % Aventuras y conquistas.
22 % Tiempo para uno mismo.
26% No rendirle cuentas a nadie.
Fuente: Manual de Instrucciones para comprender a los hombres. Pilles d´Ambra, Circe.
Infografía: Perfil.

• El temor más profundo de un hombre es no ser lo suficientemente bueno o ser incompetente.
Fuente: Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus.

La primera cita provoca en una persona el mismo grado de estrés que dar un examen en la universidad, dar un examen para conducir o tirarse en paracaídas.
Fuente: La química de las relaciones amorosas, Marianne Williamson, Urano.

Cuando los hombres y las mujeres son capaces de aceptar y respetar sus diferencias, el amor tiene entonces la capacidad de florecer.
Fuente: Los hombres son de Marte, las mujeres son se Venus.

CONCLUSIONES
Por la Lic. Andrea Churba

• Cada una de nosotras tiene un determinado mapa de la realidad.
• Sin embargo, no hay que confundir el mapa con el territorio mismo. El mapa es una representación, no es la realidad.
• Lo que percibimos en nuestro mapa, no es necesariamente la verdad.
• Nuestros modos de percepción y nuestra historia tienen una importancia fundamental en lo que percibimos.
• Cuando vamos a una primera cita nuestras creencias condicionan el resultado final de ese encuentro.
• Darle a alguien una oportunidad significa quitarle a nuestras creencias el grado de certeza que les otorgamos.
• Sólo el tiempo y el conocimiento del otro pueden indicarnos si nuestro mapa es acertado o lo hemos construido más sobre la base de nuestras creencias que sobre la base de la realidad.

PARA SEGUIR LEYENDO

• La química de las relaciones amorosas, Marianne Williamson, Urano.
• Si Cupido me echase una mano, Joan Bauer, Mondadori.
• Los hombres son de Marte, las Mujeres son de Venus, John Gray, Océano.
• Los secretos del amor, Dra. Kate Wachs, Amat.

AUTOESTIMA: SEGURA, PERO NO TANTO

Friday, March 15th, 2002
Revista Luna Nº 924, Sección Conductas, 15/03/2002
Por María Gabriela Ensinck
Si usted cree que para alcanzar el éxito debe tener la autoestima alta los 365 días del año, va por mal camino. A veces, sentirse “como la mona” es lo que permite conocer sus errores y limitaciones.
Un excesivo sentimiento de superioridd provoca rechazo y a la larga lleva a fracasar.
Cómo encontrar el punto justo.

“Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento”, decía Eleanor Roosevelt. No existe un juicio de valor más importante, ningún factor es más decisivo en el desarrollo personal de cada uno que la propia valoración.
“La autoestima es la imagen que cada persona tiene de sí misma –dice la psicóloga Iris Pugliese, co-directora del Centro Psicoanalítico Argentino–. Es un sentimiento, pero además es un juicio de valor acerca de las propias capacidades, virtudes y potencialidad tanto a nivel físico como psicológico”.
Pero la autoestima no es un juicio estático para toda la vida. Hay períodos, como la adolescencia, en los que tiende a estar demasiado alta. “El adolescente deja de idealizar a los padres y cae en el extremo de creerse superior a ellos. Tiene actitudes omnipotentes que se manifiestan por ejemplo en el manejo del tiempo: cree que puede preparar un examen el día anterior”, describe la psicóloga.
Generalmente se piensa que lo ideal es mantener la autoestima bien alta. Sin embargo, en una personalidad madura, es normal que fluctúe y en algún momento esté baja. “De lo contrario, el exceso de amor propio nos impediría reconocer nuestras limitaciones”, advierte Pugliese.
Este nuevo enfoque, enunciado por el antropólogo norteamericano David Reynolds en varios de sus libros, sugiere que los momentos de baja autoestima son útiles para poder alcanzar el éxito.

La propia imagen

La protagonista de “El casamiento de Muriel”, una chica rellenita a quien su familia y amigos trataban de inútil, un día da un vuelco y empieza a decidir y hacer cosas por sí misma. Y hasta conquista el amor de un hombre que se había casado con ella sólo por conveniencia.
La autoestima no depende necesariamente de nuestro aspecto físico. Como la heroína de “Betty la fea”, muchas personas saben que no son bellas, sin embargo, su actitud las hace atractivas y tienen más éxito que las mujeres hermosas.
La autoimagen es algo que se construye a lo largo de la historia personal, pero fundamentalmente en la infancia. “El primer ser significativo es la madre”, explica Pugliese, y de sus juicios y actitudes hacia el niño dependerá la imagen que pueda formarse de sí mismo”.
Uno de los pilares de la autoestima es la autoaceptación, que implica reconocer los propios errores y aciertos. También darse permiso para tener pensamientos propios y equivocarse.
Además son importantes la auto-confianza (estar seguras de nuestras capacidades y potencialidades); y la auto-responsabilidad para hacernos cargo de las decisiones que tomamos, sin culpar a los demás por nuestros errores.
Tener un juicio equilibrado sobre sí misma requiere eliminar ciertos pensamientos que distorsionan la realidad. Por ejemplo, el hecho de ver la vida en “blanco y negro”, sin aceptar matices; y la generalización extrema, que lleva a que una mala experiencia tenga sabor a fracaso y nos inhabilite para un nuevo intento.

Ni muy arriba, ni tan abajo

El nivel de autoestima tiene profundas consecuencias en todos los aspectos de la vida. Influye en el trabajo, el amor, el sexo, en las relaciones con la pareja, los amigos, los hijos y en el logro de los propios objetivos y la felicidad.
Quienes tienen una alta autoestima suelen ir hacia adelante, tomar decisiones y asumir responsabilidades. Tienen fe en sí mismos, y esto las ayuda a lograr lo que se proponen. Sin embargo, hay personalidades que tienden a una autovaloración exagerada: se creen los salvadores del mundo, o se embarcan en proyectos faraónicos que son imposibles de llevar a cabo.
En tanto, las personas que tienen la autoestima baja dan mucha importancia a lo que se dice y piensa de ellas, son inseguras y a menudo desconocen sus propias emociones y sentimientos, porque están más pendientes de los demás que de sí mismas. Les cuesta mucho llegar al éxito, y cuando lo consiguen no pueden disfrutarlo. Simplemente porque no se creen merecedoras de él.
En su justa medida, la autoestima implica poder dar y recibir elogios, afrontar las críticas de los demás y reconocer lo que hay de verdadero o de falso en ellas, expresar con naturalidad las emociones y pensamientos y no culparse por sentir rabia o enojo.
Sentirse bien con uno mismo no implica tener comportamientos egoístas, codiciosos o desconsiderados con los demás. A la larga, las personas que tienen un concepto demasiado elevado de sí mismas terminan generando la envidia y el rechazo social.

Libros

“Cómo mejorar tu autoestima”, de Elaine Sheehan (Océano)
“La autoestima en el trabajo”, de Nathaniel Branden (Paidós)

Claves para estar bien con una misma

auto-aceptación
auto-confianza
auto-responsabilidad
auto-determinación

Test de autoestima

Marque con una cruz la opción con la que más se identifica, tratando de ser sincera y espontánea.

1. Si alguien le pide un favor que no tiene tiempo o ganas de hacer…
a. Pese a todo lo hago, no sé decir que no.
b. Doy una excusa cualquiera para no tener que hacerlo
c. Le digo la verdad, que no quiero o no puedo hacer lo que me pide.

2. ¿Cuando está en grupo le cuesta tomar decisiones?
a. En general no.
b. Depende de la confianza que tenga con la gente del grupo.
c. En general sí.

3. Si pudiera cambiar algo de su aspecto físico que no le gusta…
a. Cambiaría bastantes cosas para así sentirme mucho mejor.
b. No creo que necesite cambiar nada de mí.

c. Estaría bien, pero no creo que cambiara nada esencial de mi vida.

4. Su superior la reprende en voz alta como diciendo que su trabajo está mal hecho…
a. Trato de que se calme y baje la voz y pienso que la próxima vez lo haré mejor
b. No tiene ningún derecho a gritarme, y se lo hago saber.
c. Me molesta que me deje en evidencia y lo paso mal.

5. ¿Le preocupa la impresión que causa sobre los demás?
a. No siempre, sólo cuando me interesa esa persona.
b. Mucho, no soporto que alguien me tenga mal considerado.
c. Lo que los demás piensen de mí no me preocupa para nada

6. ¿En general logra lo que se propone?
a. Sí, nada me detiene cuando quiero lograr algo.
b. No siempre lo logro pero siempre lo intento.
c. Me cuesta mucho conseguir lo que quiero.

7. Cuando tuvo algún fracaso amoroso, ¿de quién piensa que fue la culpa?
a. Mía.
b. Cada fracaso es distinto, a veces uno a veces otro.
c. Del otro.

8. Si realiza un trabajo, ¿espera el reconocimiento de los demás?
a. Normalmente sí.
b. El valor de cualquier trabajo es independiente del juicio de quien sea.
c. El valor de mi trabajo soy yo el único que puede juzgarlo.

Sume puntos de acuerdo a la siguiente tabla

1. a=1, b=2, c= 3

2. a=3, b=2, c=1

3. a=1, b=3, c=2

4. a=2, b=3, c=1

5. a=2, b=1, c= 3

6. a=3, b=2, c=1

7. a=1, b=2, c=3

8. a=1, b=2, c=3

Resultados

hasta 12: baja autoestima de 13 a 19: autoestima media 20 y más: alta autoestima