LAS VACACIONES, ¿NECESIDAD BIOLÓGICA O PSICOSOCIAL?

Está fehacientemente comprobado que el dormir es imprescindible en cualquier especie de la vida animal.
En el hombre las horas del sueño espontáneo deben superar un mínimo de 4 ó 5 horas cada 24 horas porque de lo contrario aparecerán síntomas por déficit de sueño (por ej.: estrés), siendo lo ideal para un adulto llegar a dormir 8 horas diarias.
El organismo humano tiene una actividad que no es constante a lo largo del día, llamándose “ritmo circadiano o nictameral” a esta alternancia del sueño y la vigilia compatibles con la vida.
Durante las horas de vigilia hay una activación psicosomática, mientas que durante las horas del sueño hay una desactivación que permite el reposo.

El sueño tiene una capacidad reparadora a lo largo de las 5 fases por las que atraviesa, tanto de las reservas energéticas vinculadas con la fatiga muscular como con aquellas de la fatiga mental.

En los últimos años, y en particular el habitante de los conglomerados urbanos, parecería otorgarle más importancia al período de descanso anual, o sea al de las vacaciones, que al descanso nocturno.
Cabe entonces preguntarse si las mismas responden a una necesidad biológica o psicológica. Y no cabe duda de que las vacaciones constituyen una necesidad psicosocial.
Analicemos el término “vacaciones”. Deriva del Latín vacatio-tionis que significa “suspensión de los negocios o trabajos por algún tiempo. Tiempo que dura la cesación del trabajo. Acción de vacar un empleo o cargo.”

Dado su origen en las sociedades industriales del siglo XX, constituyen un fenómeno de tipo socio-económico. El mismo tiene que ver con las vacaciones pagadas anualmente, “a vastos núcleos de la población trabajadora y del sector terciario”, el progreso en los medios de transporte; el acelerado proceso de deterioro de las condiciones de vida en las grandes urbes (contaminación ambiental, el ruido, etc.); el endurecimiento de las condiciones de trabajo; la exigencia cada vez mayor de incrementar los bienes de consumo que obligan al hombre a multiplicar sus esfuerzos en aras de obtener más recursos, etc.
Por lo tanto, tenemos que pensar que las vacaciones son una necesidad creada e impuesta por la sociedad que ha generado además a la industria turística alrededor de la misma.

Aceptando ya como un hecho ineludible la casi equiparación de esta “necesidad” sociológica de vacacionar con las otras de tipo psicobiológico como la de dormir, habrá que resignificar la importancia del tiempo del ocio en el ser humano como aquel que más se parece al juego en el niño.

Así como el niño elabora sus frustraciones en la inagotable repetición de sus juegos, el adulto utiliza su tiempo libre para dar rienda suelta a su imaginación pudiendo así, no sólo elaborar las frustraciones “anuales” sino también hacer creativo ese tiempo para recuperarse a sí mismo y a sus vínculos afectivos más preciados.

Es en el tiempo libre que el ser humano elabora proyectos que tienen que ver con el sentido que quiere dar a su vida; descansa y sueña con las utopías que intentará atrapar a lo largo del año en un afán de materializar sus deseos…
Y al cabo de las mismas volverá y “se ganará el pan con el sudor de su frente”.