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LAS VACACIONES, ¿NECESIDAD BIOLÓGICA O PSICOSOCIAL?

Sunday, September 23rd, 2001

Está fehacientemente comprobado que el dormir es imprescindible en cualquier especie de la vida animal.
En el hombre las horas del sueño espontáneo deben superar un mínimo de 4 ó 5 horas cada 24 horas porque de lo contrario aparecerán síntomas por déficit de sueño (por ej.: estrés), siendo lo ideal para un adulto llegar a dormir 8 horas diarias.
El organismo humano tiene una actividad que no es constante a lo largo del día, llamándose “ritmo circadiano o nictameral” a esta alternancia del sueño y la vigilia compatibles con la vida.
Durante las horas de vigilia hay una activación psicosomática, mientas que durante las horas del sueño hay una desactivación que permite el reposo.

El sueño tiene una capacidad reparadora a lo largo de las 5 fases por las que atraviesa, tanto de las reservas energéticas vinculadas con la fatiga muscular como con aquellas de la fatiga mental.

En los últimos años, y en particular el habitante de los conglomerados urbanos, parecería otorgarle más importancia al período de descanso anual, o sea al de las vacaciones, que al descanso nocturno.
Cabe entonces preguntarse si las mismas responden a una necesidad biológica o psicológica. Y no cabe duda de que las vacaciones constituyen una necesidad psicosocial.
Analicemos el término “vacaciones”. Deriva del Latín vacatio-tionis que significa “suspensión de los negocios o trabajos por algún tiempo. Tiempo que dura la cesación del trabajo. Acción de vacar un empleo o cargo.”

Dado su origen en las sociedades industriales del siglo XX, constituyen un fenómeno de tipo socio-económico. El mismo tiene que ver con las vacaciones pagadas anualmente, “a vastos núcleos de la población trabajadora y del sector terciario”, el progreso en los medios de transporte; el acelerado proceso de deterioro de las condiciones de vida en las grandes urbes (contaminación ambiental, el ruido, etc.); el endurecimiento de las condiciones de trabajo; la exigencia cada vez mayor de incrementar los bienes de consumo que obligan al hombre a multiplicar sus esfuerzos en aras de obtener más recursos, etc.
Por lo tanto, tenemos que pensar que las vacaciones son una necesidad creada e impuesta por la sociedad que ha generado además a la industria turística alrededor de la misma.

Aceptando ya como un hecho ineludible la casi equiparación de esta “necesidad” sociológica de vacacionar con las otras de tipo psicobiológico como la de dormir, habrá que resignificar la importancia del tiempo del ocio en el ser humano como aquel que más se parece al juego en el niño.

Así como el niño elabora sus frustraciones en la inagotable repetición de sus juegos, el adulto utiliza su tiempo libre para dar rienda suelta a su imaginación pudiendo así, no sólo elaborar las frustraciones “anuales” sino también hacer creativo ese tiempo para recuperarse a sí mismo y a sus vínculos afectivos más preciados.

Es en el tiempo libre que el ser humano elabora proyectos que tienen que ver con el sentido que quiere dar a su vida; descansa y sueña con las utopías que intentará atrapar a lo largo del año en un afán de materializar sus deseos…
Y al cabo de las mismas volverá y “se ganará el pan con el sudor de su frente”.

CRISIS DE PAREJA, LAZOS QUE SE CORTAN

Saturday, September 1st, 2001
REVISTA CóMO ESTAR BIEN Nº 157 EDITORIAL
Asesoramiento: Lic. Iris Pugliese.
Las exigencias de la vida moderna juegan contra la permanencia y la estabilidad de las relaciones amorosas. Salir adelante en una relación de pareja significa ser consciente de la necesidad de construir.

Se dice que el paso de los años aporta estabilidad a la pareja. Sin embargo, tarde o temprano, todas las relaciones suelen tener crisis, algunas de las cuales, después de un período de prueba, pueden reafirmar aún más la relación. Pero también puede suceder lo contrario, y he aquí que una pareja que había funcionado bien durante años, de pronto, termina por separarse.
La tendencia general es que cada vez haya más parejas que se separan. Muchos opinan que esto es consecuencia de la salida de la mujer del hogar al trabajo remunerado, y otros, que se trata de una pérdida de valores en la sociedad, que mucho tiene que ver con individualismo y consumismo.

Los hijos se irán

La gente, hoy en día, parece estar menos dispuesta que antes a darlo todo con el fin de que su matrimonio salga adelante. La familia sigue siendo importante, pero son cada vez menos los que están dispuestos a sacrificarse por su permanencia. Si bien la presencia de los niños evita que no pocas parejas terminen por separarse, también es cierto que son muchas las personas que opinan que, ya que los hijos van a crecer y se irán, mantener el matrimonio sólo por los hijos es un sacrificio que no vale la pena hacer.
La tendencia es que, a largo plazo, los matrimonios que han encontrado razones para seguir unidos a pesar de las diferencias terminen separándose. En los Estados Unidos, el número de divorcios ha ido en aumento. Hoy en día entre el 50 y el 60 por ciento de los matrimonios termina por separarse.

Estrés

La falta de tolerancia entre los miembros de una pareja parece ser un signo de este tiempo. Esta intolerancia tiene un origen bien definido: un estilo de vida que lleva directamente al estrés. La falta de dinero y de tiempo libre van minando las buenas relaciones, al tiempo que la lucha por la vida exige cada vez más y más dedicación.
Los niños se incorporan cada día más tempranamente a los jardines de infantes, y cada vez más las parejas necesitan los sueldos de los dos cónyuges, cada vez hay más tensiones por el reparto de tareas en el hogar, cada vez más la mujer iguala al hombre en oportunidades de tener aventuras amorosas… Todo va originando un nivel de tensión que finalmente se hace difícil de resistir.

Ser infiel

Entre todas estas cosas de la vida moderna, la infidelidad se distingue como la más antigua causa por la que un matrimonio se rompe. Sin embargo, cuando una persona es infiel, suele ser porque en su vida matrimonial hay aspectos que la tienen disconforme, que generalmente tienen, que ver con el ritmo de la vida moderna. Dicho de otro modo, la infidelidad es sólo la gota que rebosa el vaso.
Una persona que reflexiona y desea salvar su relación de pareja no se deja llevar por el recurso fácil de ser infiel, actitud que suele traer sólo algunos momentos de emoción y nada más.
• Esta persona buscará las verdaderas razones que lo tientan a ser infiel, y no tardará en comprender que muchas veces se trata de circunstancias sociales, de amarras que impone la vida moderna, que de ningún modo pueden ser superadas mediante la infidelidad. Algunas personas piensan que el amor va a permanecer inalterable a través del tiempo. “Si consideramos que el amor es un sentimiento que nos vincula con los demás (y con nosotros mismos), deberíamos tener en cuenta que éste se mueve en forma pendular”, afirma la licenciada Pugliese.

• Es habitual que, frente a cualquier tema, tomemos posturas deterministas y universales, como si pudiéramos resolver nuestros problemas siguiendo paso a paso los componentes de una fórmula mágica.
Como contrapartida de esto, para la licenciada Iris Pugliese, encarar seriamente el tema significa, en primer lugar, analizar los factores desencadenantes de las crisis utilizando parámetros que permitan medir las condiciones de estrés que las precipitan. Como segunda medida, se deben evaluar las diferentes categorías de crisis teniendo en cuenta la naturaleza de los factores estresantes. Y, finalmente, debemos preguntarnos qué cambios queremos implementar a partir de la crisis y de dónde provienen los mayores obstáculos que los impiden. Esta forma de abordar el fenómeno es universal y parte de la premisa de que las relaciones de pareja siempre cambian.

Consideraciones sobre el amor

Algunas personas piensan que el amor va a permanecer inalterable a través del tiempo. “Si consideramos que el amor es un sentimiento que nos vincula con los demás (y con nosotros mismos), deberíamos tener en cuenta que éste se mueve en forma pendular”, afirma la licenciada Pugliese.
Por eso, en nuestros vínculos, solemos atravesar varios estados, desde un amor intenso-el que suele darse al comienzo de una relación-pasando por uno más tierno y sereno, menos ilusorio pero más estable, hasta llegar, en algunos casos, a la indiferencia, el aburrimiento, el hastío o el odio, en el que creemos que el otro es el verdadero causante de todos nuestros males.
“Si todo en este mundo cambia, ¿por qué no admitir que el amor idealizado también va a cambiar en algún momento? Lo único que permanece es el cambio mismo. Y no está mal que así suceda”, afirma la licenciada.

Hay que salir del enamoramiento

Para la directora del Centro Psicoanalítico Argentino, en el enamoramiento se deposita en el otro una serie de expectativas que tienen que ver con
• Lo que uno es.
• Lo que uno fue.
• Lo que uno desearía ser.
Esto implica una hipervalorización del objeto de amor que va en detrimento de la propia autoestima. Cuanto mayor es la idealización del otro, menor la autoestima y mayor la sensación de vacío interior y sometimiento al otro. Por eso no está mal que este estado mute a otro mucho más saludable para el vínculo.
“Y al empobrecimiento del yo –sólo comparable al proceso que se da en la hipnosis (como diría Sigmund Freud) por la falta de crítica y juicio de realidad que conlleva- tiende a desaparecer por efecto del tiempo y de las sucesivas experiencias con ese otro. Esto, afortunadamente, hace caer el velo que impedía ver a la pareja y verse a si mismo con objetividad, y comenzar a aceptar las limitaciones y las cualidades de cada uno. De modo que siempre es deseable que el estado de enamoramiento pase (cuanto antes) y ceda paso al verdadero amor, donde cada uno se hace cargo de lo que realmente es, en compañía de la pareja que eligió. Justamente, este cambio en los sentimientos de ninguna manera significa pérdida de amor sino mayor respeto por uno mismo y una percepción más realista de ese otro que se ha elegido para compartir la vida”.

El estado ideal

Cuando el enamoramiento se apacigua, la pareja se hace más creativa y se permite elaborar proyectos que contemplen los intereses de cada uno, aceptando las fortalezas y debilidades que cada integrante aporta a ella. Este es el estado ideal de una pareja y la mejor manera de no entrar en una crisis.

Qué es una crisis

“Es un estado de cosa en el que es inminente un cambio, el punto decisivo después del cual las cosas empeorarán o mejorarán. En chino, “crisis” significa “peligro” y “oportunidad”. Es imposible lograr cambios sin crisis, por lo tanto no deberían ser evitadas”, dice la licenciada Pugliese.

Cómo salir verdaderamente de una crisis

Según la licenciada, cada crisis involucra el interjuego entre el estrés y las características de los miembros de la pareja que los hacen vulnerables a este estrés particular. Su identificación y definición es central para la resolución de una crisis. Cuando el estrés es claramente definido, se vuelve tangible y específico, y esto señala el camino para el cambio. Cuando el estrés es confuso, la crisis se extiende innecesariamente y se amplifica incontrolablemente.
“Es muy terapéutico iniciar la evaluación de una persona en crisis enfocando el estrés mismo, más que los síntomas específicos asociados con el estado de crisis o las múltiples particularidades de una persona o familia que la hacen susceptible a la crisis. Esto no es porque el estrés sea el que más contribuye al problema, sino porque él es el factor más inmediato, la gota que rebalsó el vaso, el punto de entrada más neutral y discernible a las complejidades del caos familiar o personal”, finaliza Pugliese.

Problemas normales

Es imposible vivir sin problemas, de modo que tenerlos forma parte de la vida normal de la pareja. Lo importante es que estas dificultades puedan ser utilizadas de tal modo que pasen a ser parte del proceso de desarrollo de la pareja. Si ambos miembros tienen la lucidez necesaria para resolver con creatividad sus diferencias, el aporte que se puede hacer a la estabilidad de la relación es inmenso. Los dos deben ocuparse de tener la suficiente fuerza y madurez para ir adaptándose a los cambios que se producen continuamente en la relación. Vivir en pareja no es algo estático, sino que es un proceso que cada día evoluciona y que exige que los miembros vayan evolucionando, vayan creciendo. Las parejas que logran seguir el movimiento natural de la evolución son las que pueden terminar formando una relación estable y sólida. Esta es la forma de alcanzar un oasis, de tener un hogar convertido en el lugar en que la pareja aprende junto a las lecciones más valiosas de comprensión y amor que la vida va dando.

La separación también puede ser exitosa…

Si una pareja se separa y logra establecer una relación de cooperación en lo que se refiere a los hijos, de modo que ellos se sientan protegidos a pesar de que sus padres no viven juntos, se puede decir que se ha resuelto con éxito un de los mayores problemas que trae una separación cuando hay hijos de por medio. Este éxito es aún mayor si se han logrado resolver los problemas legales de todo tipo, de modo que los dos miembros de la ex pareja ya no necesitan tener enfrentamientos en ningún sentido.

La actitud solidaria y de cooperación después de una separación es la mejor para que las cosas sigan funcionando bien en todo sentido. Desgraciadamente, son pocas las parejas con la madurez suficiente como para tomar tal actitud sin que interfieran los rencores y la desconfianza.

…O puede fracasar

Cuando existe violencia entre los miembros recién separados, ya sea verbal o física, la separación se trasforma en un infierno, que es aún peor cuando los hijos son testigos de esa lucha. Lo más probable es que estos niños terminen por traumatizarse en medio de batallas despiadadas con abogados para defender los intereses de uno u otro “bando”. Este tipo de situaciones hay que evitarlas, aunque eso signifique hacer grandes sacrificios.

Con la antena bien orientada

Cuando decidimos formar una pareja debemos ser conscientes de los peligros que acechan y que pueden desestabilizar la relación. Por una parte, se trata de conocer las exigencias del mundo actual para poder compensarlas con un dedicación más consciente a la pareja.
Actuar para mantener unida a la pareja significa hacer una labor continua en ese rumbo, teniendo siempre la antena orientada hacia el otro para estar al tanto de lo que necesita y desea, con el fin de satisfacerlo. Se debe vivir dispuesto a escuchar al otro y en lo posible, cumplir con sus deseos. Y también es importante cuidar la intimidad y ser generoso tanto en lo material como con el tiempo que dedicamos a la persona amada. Discutir por pequeñeces jamás trae resultados positivos, y si se debe llamar la atención sobre algún hecho que molesta hay que tratar de hacerlo con madurez y una buena cuota de humor.

Descubriendo obstáculos

El terapeuta debe mantener la atención sobre los aspectos de la pareja que no están funcionando bien. Lo que impide el cambio son los obstáculos que serán expuestos durante el proceso de la terapia. Estos pueden ser de varios tipos:
• En la comunicación: Las reglas contra la comunicación abierta sofocan la mayor parte de las soluciones a los problemas. Hay cosas que no se pueden hablar, secretos de pareja.
• En los roles: Cada pareja signa roles a sus miembros, algunos pueden ser funcionales y otros disfuncionales.
• En las reglas: La propensión a las crisis resulta cuando las reglas de la pareja prohíben funcionar o vincularse con el mundo, cuando interfieren con la normal socialización y desarrollo de los hijos o impiden la información y la discusión de los problemas que requieren cambios.
• En la historia familiar: Cada pareja tiene asuntos que nunca fueron resueltos y son mantenidos en reserva. Estos conflictos del pasado pueden ser de dos categorías, aquellos que son secretos o acerca de los que se miente, y aquellos que son simbólicos y pasados y que deben permanecer sin resolver. Los secretos implican una violación de normas en el pasado.
• En los objetivos: Las personas se ponen metas a sí mismas, económicas, académicas, experienciales o emocionales. La gente sabia adapta esos objetivos a la realidad. Cuando valoran sus metas más que a sí mismos se vuelven deprimidos. Cuando ponen metas ideales a las personas amadas, les infligen graves daños.
• En los valores: Los obstáculos más íntimamente relacionados con los sistemas de valores son más proclives a volverse resistentes a las crisis. Las inflexibilidades son aprendidas en la familia de origen de cada uno de los miembros de la pareja. Los obstáculos más problemáticos son aquellos que involucran al género y a la generación, la creencia de que las relaciones que uno experimentó en la familia de origen son como deberían ser. Estas rigideces son obstáculos para la terapia.